jueves, 4 de octubre de 2012

Veredas de colores

G.........El tiempo de prueba con el no duró casi nada, solo unos días después de haber firmado nuestro contrato tuve que romperlo, el todavía andaba enganchado con una relación pasada, una relación efímera, corta, ni siquiera consumada, pero significativa.

Yo había apostado por iniciar algo con él porque sentía que valía la pena completamente, éramos demasiado compatibles, nos gustaban las mismas cosas, los mismos contenidos, los mismos espacios, podíamos pasar horas hablando sobre distintos temas, y luego discutir sobre ellos tan apasionadamente como si estuviéramos haciendo el amor.

Yo aprendía mucho de él porque sabe un poco de todo, pero su mayor legado fue ayudarme a recuperar mi sensibilidad, mi capacidad de juego, de repente pude empezar a ver las cosas desde otro ángulo, desde varios ángulos, como si todo fuera un caleidoscopio.

Luego de un fin de semana entero con él, mi habitación, mi calle, mis espacios, dejaron de ser una infinita combinación de blancos y negros, en un momento, extasiada, me levanté de mi cama, miré por la ventana y vi que las veredas por las cuales podía encaminar mi vida, no eran grises ni rectas sino que podían ser seductoramente sinuosas y de miles de colores.

Desde el primer fin de semana que nos conocimos, transcurrieron varios más en que nos la pasamos encerrados, todo el tiempo desnudos, en mi cama, en mi sala, conociendo nuestras vidas, tomando vino, hablando de música, películas que nos marcaron, historias propias o ajenas que nos hicieron esas dos personas que estábamos allí frente a frente sin ropa, sin máscaras, sin vergüenzas, ni remordimientos por nada, aceptarnos de esa manera tan simple sin ningún cuestionamiento es lo que nos engancho hasta el día de hoy.

Sin embargo, nuestro tiempo de prueba acabó, me despedí de él una noche por teléfono, le explique que cuando pasábamos tiempo juntos, solos, en nuestra burbuja de fin de semana, todo era alucinante, eramos el y yo, pero cuando él cruzaba la puerta de mi casa y yo desaparecía de su campo visual, mi recuerdo en su mente se desvanecía y ya no eramos solos el y yo, ya no eramos el y yo de ninguna forma en realidad, nuestra habitación se llenaba de gente como en una especie de fiesta, de feria y sus sentidos eran atraídos por tantos estímulos, y yo solo era un estimulo mas.

De alguna manera, el siempre volvía a nuestra burbuja, como en un sueño en que una voz , un olor, un simple recuerdo te hace retomar el inicio de la historia, entonces todo volvía a empezar,pero yo no quería vivir solo en un sueño, yo quería un poco más de realidad, sólo un poco, la suficiente como para saber que él y yo siempre volveríamos a esa habitación.

Sin mucho que argumentar o que ofrecer, simplemente aceptó el fin de la historia. Nuevamente me quede allí sentada, recordando algunas sensaciones, como tratando de alargar la experiencia, tratando de mantener un poco más el sabor en la boca, hasta que el sabor finalmente se desvaneció.

El tiempo pasó, anduve entreteniéndome con los compañeros nocturnos de siempre, los que me acompañaban de vez en cuando y que, aún hasta hoy, cuando los necesito, allí están. Pero cada cierto tiempo miro nuestra habitación de juego, nuestras veredas de colores y paseo por ellas como en un día al inicio de la primavera, como cuando era niña y me escapaba un rato de mi casa en pleno sol para divertirme con los colores de la calle y olvidar lo gris que podía ser mi casa. Aún en este tiempo, aún despues de tanto tiempo, se extrañan esas veredas...