martes, 18 de marzo de 2014

Tienes esa sensación en el estómago, en la piel, la idea te da vueltas en la cabeza, ya imaginas cómo va a ser el final: ya sabes que debe besar muy mal, con la boca a medio abrir y la lengua casi escondida como tortuga a punto de ser sacrificada, ya sabes que probablemente ni siquiera se sepa poner un condón, y que seguro si se la succionas o se asuste o se venga en tres segundos.

Ya sabes....pero aún así, sigues.

Estaba en una etapa de ligero aburrimiento, bien podría haber sido una minidepre por una relación que acabó mal, así que necesitaba un zacudón, literalmente una de esas faenas épicas, que como una ola te revuelca y te saca a la orilla.

Ocurrió en el cumpleaños de una amiga, al final, esos son los mejores lugares para un levante completo, es decir, donde te comes el menú desde el aperitivo, con una buena conversa que genere deseo, coqueteos, miraditas, ligeros roces, que te van humedeciendo a medida que avanza la noche y cuando llega el momento, no sólo tienes una buena cogida, sino que entras en un trance en el que sientas que tu alma deja tu cuerpo y ya sólo hay placer, sin palabras, sin pensamientos ni sentimientos, sólo un placer que no tiene perdón.

El problema es que yo sentía que el tipo realmente me gustaba, tal vez porque me recordaba mucho a Él (la relación frustrada de la que hablo atrás), su conversa era interesante, tenía en mente toda la agenda cultural de Lima y me dijo para ir a ver a un director de orquesta israelita que era todo un lujo tener en la ciudad (en ese momento noté un ligero humedecimiento entre mis piernas), nos gustaban las mismas bandas, me hizo una descripción casi vívida del concierto de Placebo en Lima el año pasado, además habíamos estado en los mismos conciertos caletas de los últimos meses (obvio sin habernos reconocido), incluso conversamos de la posibilidad de ir al centro a buscar algunos libros y ciertas pelas que ambos teníamos pendientes.

Teníamos los mismos gustos por el arte en general, lo que me hacía pensar que tal vez, teníamos el mismo gusto por el placer.

Mi gran error fue no darme cuenta que yo no estaba siendo objetiva, que yo venía tratando de superar una pena porque el pata que realmente me emocionaba y con quien yo disfrutaba compartir todas estas cosas, había decidido no luchar por mí, ni siquiera comprometerse un mínimo.

Entonces, a pesar de mis 4 años de terapia y mi "super desarrollo emocional", allí estaba yo con 15 años de edad mental otra vez, tratando de reemplazar al objeto de mis deseos con lo primero que se le pareciera, y este especímen, por lo menos en contenido, se le parecía demasiado.

La noche transcurría bien, un chilcano tras otro, éramos él y yo en la reunión, conversando de mil cosas, acercándonos cada vez más a medida que el trago iba haciendo mella en nuestro sistema nervioso central, yo estaba disfrutando ese preámbulo, por primera vez en mucho tiempo descubría que tenía la capacidad para posponer el impulso, no llevármelo al toque a la cueva, tal vez, incluso iba a dejar que fuera él quien hiciera el primer movimiento y por fin, disfrutar después de varias lunas del placer de una iniciativa, de una invitación, por qué no, de una invasión de mi espacio, de un hombre que sin permiso tomara mi boca, mi cara, mi cuerpo y me llevara a donde le diera el instinto.

Todo parecía prometer en ese primer espacio que él podía hacerse cargo, y eso me hacía tanta falta. Pagamos la cuenta en ese bar entre todos y nos fuimos a una disco a bailar un rato, luego de tanta conversa, era bueno simplemente sacudirnos, sobarnos, reirnos, saltar, cantar, lo que fuera.

Ella (mi amiga del cumple) y yo, entramos a la marea de chicos, todos chibolos, a perdernos entre ellos, la música era perfecta, mi disfrute era máximo y eso a él parecía seducirlo, lo que me hacía desearlo más porque no sentía celos sino más bien placer de verme excitada por la experiencia, tal vez sentía que toda esa ebullición terminaría explotando en su cara, o tal vez sentía que podía vivir la emoción a través mío, no sé qué pasaba por su cabeza, pero en su cara yo sólo veía deseo.

En un momento se acercó a mí a bailar, tenía la camisa un poco abierta y su pecho me parecía el lugar ideal para refugiarme, era amplio, duro, profusamente velludo, eso a mí me encanta.

Pero fue ese momento en el que percibí que esa situación estaba mayormente compuesta por mi fantasía sexual de un macho velludo interesante a punto de follarme el cerebro y el cuerpo, en realidad a él le costaba dejarse llevar, eventualmente pude sentir su rigidez y su dificultad para relajar la pelvis.

Yo quería que sobara su cuerpo con el mío, que me manoseara toda, que su boca recorriera mi cuello, mi espalda, que volviera a subir y me oliera, como un perro buscando a una perra en celo, pero le costaba salir de ese espacio de confort en el que se habían convertido mis caderas para sus manos.

Fui a la barra a buscar un poco de tequila con una cerveza, le dije que probara un shot de tequila conmigo, noté que algunas actitudes mías eran para él una invitación al lado salvaje y se sentía tentado de entrar en él. Tomamos un shot cada uno, un par de sorbos de cerveza y me lo tragué en un interminable, húmedo y salvaje beso. Creo que el tequila le derritió algunas barreras, porque fluimos demasiado bien. Entonces ya no había más que hacer, era hora de llevarlo a la cueva.

En el taxi me lo iba comiendo de a pocos, de a muchos, él no sabía dónde poner las manos, a veces creo que no sabía bien qué hacer con la boca. En mi ebriedad sólo buscaba insistentemente que mi fantasía no se desvaneciera, así que hacía mis mejores maniobras para mantenerlo vivo.

Al llegar a mi depa tomamos un poco de vodka, y ya con una actitud derrotista de quien quiere escuchar el pitazo final de un partido perdido, lo tiré a mi cama y disfruté de él, todo lo que podía obtenerse de este pobre ser con un cuerpo, rostro e intelecto maravilloso, al que alguna madre había castrado inmisericordemente para desgracia mía y de muchas otras.

Sin embargo oh maravillosa sorpresa, no todo estaba perdido, tal vez producto de tanto alcohol o de que soy un polvo del carajo, en un momento de indescriptible frenesí, afloró la bestia que hacia honor a ese cuerpo grande, duro y velludo, me cogió como a un panecillo y me atravesó con violencia!! fue impresionante, delicioso, increíble aunque insuficiente, cayó rendido encima mío, sobre mi espalda, y bufaba como un animal a punto de morir.

No fue mucho, no fue ni por asomo una de mis mejores faenas, pero por lo menos por un momento, todo parecía volver a su lugar, mi cuerpo, mi mente, mi alma, habían recibido una descarga fulminante de placer y, cual electroshock, el dolor mental que me acompañaba todos esos días, fue eliminado por lo menos hasta que me quedara dormida.

Al despertar, todo volvió a la normalidad, el amante esporádico había vuelto a ser la promesa fallida, mi ventana estaba abierta, yo descubierta cagándome de frío, la música seguía sonando en la pc, él no estaba.

Me levanté cual zombie, tomé un poco de agua, cerré la venta, apagué la compu y me acosté tratando de aferrarme al efecto anestésico de olvido que me había dejado ese polvo extraño.

Luego de muchos días, reapareció por facebook, me dijo que había estado buscándome como loco, pues le di mi nombre corto y con ese no aparezco en las redes, lástima, si tan solo hubieras cerrado la ventana, tal vez hubiera habido otra oportunidad.