Tienes esa sensación en el estómago, en la piel, la idea te da vueltas en la cabeza, ya imaginas cómo va a ser el final: ya sabes que debe besar muy mal, con la boca a medio abrir y la lengua casi escondida como tortuga a punto de ser sacrificada, ya sabes que probablemente ni siquiera se sepa poner un condón, y que seguro si se la succionas o se asuste o se venga en tres segundos.
Ya sabes....pero aún así, sigues.
Estaba en una etapa de ligero aburrimiento, bien podría haber sido una minidepre por una relación que acabó mal, así que necesitaba un zacudón, literalmente una de esas faenas épicas, que como una ola te revuelca y te saca a la orilla.
Ocurrió en el cumpleaños de una amiga, al final, esos son los mejores lugares para un levante completo, es decir, donde te comes el menú desde el aperitivo, con una buena conversa que genere deseo, coqueteos, miraditas, ligeros roces, que te van humedeciendo a medida que avanza la noche y cuando llega el momento, no sólo tienes una buena cogida, sino que entras en un trance en el que sientas que tu alma deja tu cuerpo y ya sólo hay placer, sin palabras, sin pensamientos ni sentimientos, sólo un placer que no tiene perdón.
El problema es que yo sentía que el tipo realmente me gustaba, tal vez porque me recordaba mucho a Él (la relación frustrada de la que hablo atrás), su conversa era interesante, tenía en mente toda la agenda cultural de Lima y me dijo para ir a ver a un director de orquesta israelita que era todo un lujo tener en la ciudad (en ese momento noté un ligero humedecimiento entre mis piernas), nos gustaban las mismas bandas, me hizo una descripción casi vívida del concierto de Placebo en Lima el año pasado, además habíamos estado en los mismos conciertos caletas de los últimos meses (obvio sin habernos reconocido), incluso conversamos de la posibilidad de ir al centro a buscar algunos libros y ciertas pelas que ambos teníamos pendientes.
Teníamos los mismos gustos por el arte en general, lo que me hacía pensar que tal vez, teníamos el mismo gusto por el placer.
Mi gran error fue no darme cuenta que yo no estaba siendo objetiva, que yo venía tratando de superar una pena porque el pata que realmente me emocionaba y con quien yo disfrutaba compartir todas estas cosas, había decidido no luchar por mí, ni siquiera comprometerse un mínimo.
Entonces, a pesar de mis 4 años de terapia y mi "super desarrollo emocional", allí estaba yo con 15 años de edad mental otra vez, tratando de reemplazar al objeto de mis deseos con lo primero que se le pareciera, y este especímen, por lo menos en contenido, se le parecía demasiado.
La noche transcurría bien, un chilcano tras otro, éramos él y yo en la reunión, conversando de mil cosas, acercándonos cada vez más a medida que el trago iba haciendo mella en nuestro sistema nervioso central, yo estaba disfrutando ese preámbulo, por primera vez en mucho tiempo descubría que tenía la capacidad para posponer el impulso, no llevármelo al toque a la cueva, tal vez, incluso iba a dejar que fuera él quien hiciera el primer movimiento y por fin, disfrutar después de varias lunas del placer de una iniciativa, de una invitación, por qué no, de una invasión de mi espacio, de un hombre que sin permiso tomara mi boca, mi cara, mi cuerpo y me llevara a donde le diera el instinto.
Todo parecía prometer en ese primer espacio que él podía hacerse cargo, y eso me hacía tanta falta.
Pagamos la cuenta en ese bar entre todos y nos fuimos a una disco a bailar un rato, luego de tanta conversa, era bueno simplemente sacudirnos, sobarnos, reirnos, saltar, cantar, lo que fuera.
Ella (mi amiga del cumple) y yo, entramos a la marea de chicos, todos chibolos, a perdernos entre ellos, la música era perfecta, mi disfrute era máximo y eso a él parecía seducirlo, lo que me hacía desearlo más porque no sentía celos sino más bien placer de verme excitada por la experiencia, tal vez sentía que toda esa ebullición terminaría explotando en su cara, o tal vez sentía que podía vivir la emoción a través mío, no sé qué pasaba por su cabeza, pero en su cara yo sólo veía deseo.
En un momento se acercó a mí a bailar, tenía la camisa un poco abierta y su pecho me parecía el lugar ideal para refugiarme, era amplio, duro, profusamente velludo, eso a mí me encanta.
Pero fue ese momento en el que percibí que esa situación estaba mayormente compuesta por mi fantasía sexual de un macho velludo interesante a punto de follarme el cerebro y el cuerpo, en realidad a él le costaba dejarse llevar, eventualmente pude sentir su rigidez y su dificultad para relajar la pelvis.
Yo quería que sobara su cuerpo con el mío, que me manoseara toda, que su boca recorriera mi cuello, mi espalda, que volviera a subir y me oliera, como un perro buscando a una perra en celo, pero le costaba salir de ese espacio de confort en el que se habían convertido mis caderas para sus manos.
Fui a la barra a buscar un poco de tequila con una cerveza, le dije que probara un shot de tequila conmigo, noté que algunas actitudes mías eran para él una invitación al lado salvaje y se sentía tentado de entrar en él. Tomamos un shot cada uno, un par de sorbos de cerveza y me lo tragué en un interminable, húmedo y salvaje beso. Creo que el tequila le derritió algunas barreras, porque fluimos demasiado bien.
Entonces ya no había más que hacer, era hora de llevarlo a la cueva.
En el taxi me lo iba comiendo de a pocos, de a muchos, él no sabía dónde poner las manos, a veces creo que no sabía bien qué hacer con la boca. En mi ebriedad sólo buscaba insistentemente que mi fantasía no se desvaneciera, así que hacía mis mejores maniobras para mantenerlo vivo.
Al llegar a mi depa tomamos un poco de vodka, y ya con una actitud derrotista de quien quiere escuchar el pitazo final de un partido perdido, lo tiré a mi cama y disfruté de él, todo lo que podía obtenerse de este pobre ser con un cuerpo, rostro e intelecto maravilloso, al que alguna madre había castrado inmisericordemente para desgracia mía y de muchas otras.
Sin embargo oh maravillosa sorpresa, no todo estaba perdido, tal vez producto de tanto alcohol o de que soy un polvo del carajo, en un momento de indescriptible frenesí, afloró la bestia que hacia honor a ese cuerpo grande, duro y velludo, me cogió como a un panecillo y me atravesó con violencia!! fue impresionante, delicioso, increíble aunque insuficiente, cayó rendido encima mío, sobre mi espalda, y bufaba como un animal a punto de morir.
No fue mucho, no fue ni por asomo una de mis mejores faenas, pero por lo menos por un momento, todo parecía volver a su lugar, mi cuerpo, mi mente, mi alma, habían recibido una descarga fulminante de placer y, cual electroshock, el dolor mental que me acompañaba todos esos días, fue eliminado por lo menos hasta que me quedara dormida.
Al despertar, todo volvió a la normalidad, el amante esporádico había vuelto a ser la promesa fallida, mi ventana estaba abierta, yo descubierta cagándome de frío, la música seguía sonando en la pc, él no estaba.
Me levanté cual zombie, tomé un poco de agua, cerré la venta, apagué la compu y me acosté tratando de aferrarme al efecto anestésico de olvido que me había dejado ese polvo extraño.
Luego de muchos días, reapareció por facebook, me dijo que había estado buscándome como loco, pues le di mi nombre corto y con ese no aparezco en las redes, lástima, si tan solo hubieras cerrado la ventana, tal vez hubiera habido otra oportunidad.
LuchaLibre
Para los amantes de las luchas ficticias, esas que nos inventamos todos los días para hacer más divertida la estancia en el planeta...masocos todos
martes, 18 de marzo de 2014
jueves, 4 de octubre de 2012
Veredas de colores
G.........El tiempo de prueba con el no duró casi nada, solo unos días después de haber firmado nuestro contrato tuve que romperlo, el todavía andaba enganchado con una relación pasada, una relación efímera, corta, ni siquiera consumada, pero significativa.
Yo había apostado por iniciar algo con él porque sentía que valía la pena completamente, éramos demasiado compatibles, nos gustaban las mismas cosas, los mismos contenidos, los mismos espacios, podíamos pasar horas hablando sobre distintos temas, y luego discutir sobre ellos tan apasionadamente como si estuviéramos haciendo el amor.
Yo aprendía mucho de él porque sabe un poco de todo, pero su mayor legado fue ayudarme a recuperar mi sensibilidad, mi capacidad de juego, de repente pude empezar a ver las cosas desde otro ángulo, desde varios ángulos, como si todo fuera un caleidoscopio.
Luego de un fin de semana entero con él, mi habitación, mi calle, mis espacios, dejaron de ser una infinita combinación de blancos y negros, en un momento, extasiada, me levanté de mi cama, miré por la ventana y vi que las veredas por las cuales podía encaminar mi vida, no eran grises ni rectas sino que podían ser seductoramente sinuosas y de miles de colores.
Desde el primer fin de semana que nos conocimos, transcurrieron varios más en que nos la pasamos encerrados, todo el tiempo desnudos, en mi cama, en mi sala, conociendo nuestras vidas, tomando vino, hablando de música, películas que nos marcaron, historias propias o ajenas que nos hicieron esas dos personas que estábamos allí frente a frente sin ropa, sin máscaras, sin vergüenzas, ni remordimientos por nada, aceptarnos de esa manera tan simple sin ningún cuestionamiento es lo que nos engancho hasta el día de hoy.
Sin embargo, nuestro tiempo de prueba acabó, me despedí de él una noche por teléfono, le explique que cuando pasábamos tiempo juntos, solos, en nuestra burbuja de fin de semana, todo era alucinante, eramos el y yo, pero cuando él cruzaba la puerta de mi casa y yo desaparecía de su campo visual, mi recuerdo en su mente se desvanecía y ya no eramos solos el y yo, ya no eramos el y yo de ninguna forma en realidad, nuestra habitación se llenaba de gente como en una especie de fiesta, de feria y sus sentidos eran atraídos por tantos estímulos, y yo solo era un estimulo mas.
De alguna manera, el siempre volvía a nuestra burbuja, como en un sueño en que una voz , un olor, un simple recuerdo te hace retomar el inicio de la historia, entonces todo volvía a empezar,pero yo no quería vivir solo en un sueño, yo quería un poco más de realidad, sólo un poco, la suficiente como para saber que él y yo siempre volveríamos a esa habitación.
Sin mucho que argumentar o que ofrecer, simplemente aceptó el fin de la historia. Nuevamente me quede allí sentada, recordando algunas sensaciones, como tratando de alargar la experiencia, tratando de mantener un poco más el sabor en la boca, hasta que el sabor finalmente se desvaneció.
El tiempo pasó, anduve entreteniéndome con los compañeros nocturnos de siempre, los que me acompañaban de vez en cuando y que, aún hasta hoy, cuando los necesito, allí están. Pero cada cierto tiempo miro nuestra habitación de juego, nuestras veredas de colores y paseo por ellas como en un día al inicio de la primavera, como cuando era niña y me escapaba un rato de mi casa en pleno sol para divertirme con los colores de la calle y olvidar lo gris que podía ser mi casa. Aún en este tiempo, aún despues de tanto tiempo, se extrañan esas veredas...
Yo había apostado por iniciar algo con él porque sentía que valía la pena completamente, éramos demasiado compatibles, nos gustaban las mismas cosas, los mismos contenidos, los mismos espacios, podíamos pasar horas hablando sobre distintos temas, y luego discutir sobre ellos tan apasionadamente como si estuviéramos haciendo el amor.
Yo aprendía mucho de él porque sabe un poco de todo, pero su mayor legado fue ayudarme a recuperar mi sensibilidad, mi capacidad de juego, de repente pude empezar a ver las cosas desde otro ángulo, desde varios ángulos, como si todo fuera un caleidoscopio.
Luego de un fin de semana entero con él, mi habitación, mi calle, mis espacios, dejaron de ser una infinita combinación de blancos y negros, en un momento, extasiada, me levanté de mi cama, miré por la ventana y vi que las veredas por las cuales podía encaminar mi vida, no eran grises ni rectas sino que podían ser seductoramente sinuosas y de miles de colores.
Desde el primer fin de semana que nos conocimos, transcurrieron varios más en que nos la pasamos encerrados, todo el tiempo desnudos, en mi cama, en mi sala, conociendo nuestras vidas, tomando vino, hablando de música, películas que nos marcaron, historias propias o ajenas que nos hicieron esas dos personas que estábamos allí frente a frente sin ropa, sin máscaras, sin vergüenzas, ni remordimientos por nada, aceptarnos de esa manera tan simple sin ningún cuestionamiento es lo que nos engancho hasta el día de hoy.
Sin embargo, nuestro tiempo de prueba acabó, me despedí de él una noche por teléfono, le explique que cuando pasábamos tiempo juntos, solos, en nuestra burbuja de fin de semana, todo era alucinante, eramos el y yo, pero cuando él cruzaba la puerta de mi casa y yo desaparecía de su campo visual, mi recuerdo en su mente se desvanecía y ya no eramos solos el y yo, ya no eramos el y yo de ninguna forma en realidad, nuestra habitación se llenaba de gente como en una especie de fiesta, de feria y sus sentidos eran atraídos por tantos estímulos, y yo solo era un estimulo mas.
De alguna manera, el siempre volvía a nuestra burbuja, como en un sueño en que una voz , un olor, un simple recuerdo te hace retomar el inicio de la historia, entonces todo volvía a empezar,pero yo no quería vivir solo en un sueño, yo quería un poco más de realidad, sólo un poco, la suficiente como para saber que él y yo siempre volveríamos a esa habitación.
Sin mucho que argumentar o que ofrecer, simplemente aceptó el fin de la historia. Nuevamente me quede allí sentada, recordando algunas sensaciones, como tratando de alargar la experiencia, tratando de mantener un poco más el sabor en la boca, hasta que el sabor finalmente se desvaneció.
El tiempo pasó, anduve entreteniéndome con los compañeros nocturnos de siempre, los que me acompañaban de vez en cuando y que, aún hasta hoy, cuando los necesito, allí están. Pero cada cierto tiempo miro nuestra habitación de juego, nuestras veredas de colores y paseo por ellas como en un día al inicio de la primavera, como cuando era niña y me escapaba un rato de mi casa en pleno sol para divertirme con los colores de la calle y olvidar lo gris que podía ser mi casa. Aún en este tiempo, aún despues de tanto tiempo, se extrañan esas veredas...
viernes, 29 de junio de 2012
Tiempo de prueba
Lo más lejos que he llegado con alguien desde que acabé mi última relación formal hacé más de tres años, es este tiempo de prueba.
El y yo, luego de algunas negociaciones decidimos firmar un pre contrato, un acuerdo mutuo de pasar a una siguiente fase, después del tire sin compromiso, llegó esta nueva fase en que no somos pareja oficialmente, en nuestros tiempos eso significa que no aparecemos en nuestros respectivos facebook con la cursi frasesita "tiene una relación con..."
No, no tenemos una relación formal, como se le conoce convencionalmente, estamos en este tiempo de conocernos, con la clara intención de ver si vale la pena seguir o abortar la misión.
Esa negociación me hizo escuchar finalmente algo revelador de mi propia voz, estoy buscando algo en la vida, no sé si sea con él, pero ya sé más o menos cómo quiero que sea.
Su rollo "no sé si estoy listo para comprometerme con alguien" casi me hace botarlo de mi cama al siguiente segundo, tirar sus cosas por la ventana y no verlo más. De hecho le dije, "si no estás listo para avanzar, acá lo dejamos, polvos tengo un millón, yo quiero una relación y quiero apostar por ella, si no estás listo, no eres candidato".
El silencio siguió a ese intercambio, un abrazo fuerte, un beso en mi hombro desnudo, me hizo entender que allí había algo más. "Tengo miedo a la patada en el culo" fue su siguiente argumento. Entonces comenzó mi disertación.
En estos tres años que llevo conociendo infinidad de hombres, después del judío, no encontré a nadie más con quien sentir que las cosas fluyeran de una manera tan simple, tú tienes esa parte lúdica que a mí me hace falta, quiero alguien con quien reir, con quien brincar entre nubes, porque no necesito alguien que me ordene, me sostenga o me ayude a alcanzar mis metas, eso yo lo hago sola, yo quiero una pareja de baile, un cómplice para hacer travesuras, un buen amante, un compañero de juerga bohemia, un soñador que me meta en sus sueños, y tú eres todo eso. No creo en el matrimonio, no quiero tener hijos, probablemente nunca quiera vivir contigo, no quiero verte todos los días de la semana, no quiero que te adueñes de un lado de mi cama, ni que compartamos los gastos, quiero viajar contigo, escaparnos un fin de semana, que aparezcas en mi casa de sorpresa con una botella de vino un martes, quiero cocinar un viernes por la noche y comer sentados en mi alfombra viendo tus videos de musica favoritos, quiero que te vayas de mi casa, sin saber cuando vas a volver, sólo no te demores mucho en volver, quiero una relación donde todo sea siempre una sorpresa, pero quiero tener la certeza de que allí estás, de quién eres.
Si con toda esa inestructura podemos ser leales, honestos y llegar a amarnos como a nada en este mundo, tú eres la persona que estoy buscando, matemática y emocionalmente tú engranas conmigo y movemos este carruaje alegórico que somos cuando estamos juntos.
No sé si lo logremos, no sé a dónde lleguemos con todo esto, sólo sé que en este momento viéndote a la cara desnudo en mi cama frente a mí, tú eres lo más cercano que he tenido a hacer realidad mi bizarro sueño de una relación amorosa de otro planeta. En este momento no te pido nada, no te prometo nada, sólo sé que si decidimos apostar por esto, tenemos mucho que ganar y poco que perder.
Quieres caminar conmigo un trecho más del camino?
O sea, estamos a prueba? preguntó él. Sí, es un tiempo de prueba.
El y yo, luego de algunas negociaciones decidimos firmar un pre contrato, un acuerdo mutuo de pasar a una siguiente fase, después del tire sin compromiso, llegó esta nueva fase en que no somos pareja oficialmente, en nuestros tiempos eso significa que no aparecemos en nuestros respectivos facebook con la cursi frasesita "tiene una relación con..."
No, no tenemos una relación formal, como se le conoce convencionalmente, estamos en este tiempo de conocernos, con la clara intención de ver si vale la pena seguir o abortar la misión.
Esa negociación me hizo escuchar finalmente algo revelador de mi propia voz, estoy buscando algo en la vida, no sé si sea con él, pero ya sé más o menos cómo quiero que sea.
Su rollo "no sé si estoy listo para comprometerme con alguien" casi me hace botarlo de mi cama al siguiente segundo, tirar sus cosas por la ventana y no verlo más. De hecho le dije, "si no estás listo para avanzar, acá lo dejamos, polvos tengo un millón, yo quiero una relación y quiero apostar por ella, si no estás listo, no eres candidato".
El silencio siguió a ese intercambio, un abrazo fuerte, un beso en mi hombro desnudo, me hizo entender que allí había algo más. "Tengo miedo a la patada en el culo" fue su siguiente argumento. Entonces comenzó mi disertación.
En estos tres años que llevo conociendo infinidad de hombres, después del judío, no encontré a nadie más con quien sentir que las cosas fluyeran de una manera tan simple, tú tienes esa parte lúdica que a mí me hace falta, quiero alguien con quien reir, con quien brincar entre nubes, porque no necesito alguien que me ordene, me sostenga o me ayude a alcanzar mis metas, eso yo lo hago sola, yo quiero una pareja de baile, un cómplice para hacer travesuras, un buen amante, un compañero de juerga bohemia, un soñador que me meta en sus sueños, y tú eres todo eso. No creo en el matrimonio, no quiero tener hijos, probablemente nunca quiera vivir contigo, no quiero verte todos los días de la semana, no quiero que te adueñes de un lado de mi cama, ni que compartamos los gastos, quiero viajar contigo, escaparnos un fin de semana, que aparezcas en mi casa de sorpresa con una botella de vino un martes, quiero cocinar un viernes por la noche y comer sentados en mi alfombra viendo tus videos de musica favoritos, quiero que te vayas de mi casa, sin saber cuando vas a volver, sólo no te demores mucho en volver, quiero una relación donde todo sea siempre una sorpresa, pero quiero tener la certeza de que allí estás, de quién eres.
Si con toda esa inestructura podemos ser leales, honestos y llegar a amarnos como a nada en este mundo, tú eres la persona que estoy buscando, matemática y emocionalmente tú engranas conmigo y movemos este carruaje alegórico que somos cuando estamos juntos.
No sé si lo logremos, no sé a dónde lleguemos con todo esto, sólo sé que en este momento viéndote a la cara desnudo en mi cama frente a mí, tú eres lo más cercano que he tenido a hacer realidad mi bizarro sueño de una relación amorosa de otro planeta. En este momento no te pido nada, no te prometo nada, sólo sé que si decidimos apostar por esto, tenemos mucho que ganar y poco que perder.
Quieres caminar conmigo un trecho más del camino?
O sea, estamos a prueba? preguntó él. Sí, es un tiempo de prueba.
lunes, 19 de marzo de 2012
Juegos de niños
Allí estaba él, inquieto, incierto, brincando de un lado al otro, casi sin poder detenerse en un punto fijo por más de unos minutos. Tuve que hacerme entrar en razón e inmediatamente dejarme claro que si yo tuviera algo serio con él no toleraría su incapacidad para enfocarse en algo, como por ejemplo ver una película un domingo por la tarde. ¿Por qué la proyección? Sólo lo había visto fugazmente unos minutos, pero no me había dado cuenta que su sonrisa es probablemente la cosa más tierna que yo haya visto en mucho tiempo y su mirada la más franca de todas.
Allí estábamos haciendo la cola para comprar cerveza en el concierto que reunió a las almas libres y bohemias de Lima, allí estábamos en un grupo conversando todos contra todos sin saber bien de dónde venía cada uno. Allí estaba él brincando de un lado a otro, y yo tratando de no mirarlo, de no reparar en él, de no prestarle atención por más de un minuto para que su maravillosa sonrisa no terminara de convertirme en piedra.
Esa forma inquieta de ser me hacía pensar que yo ni siquiera pasaba por su mente, en realidad, parecía que nada permanecía en su mente porque lo único que hacía era moverse incesantemente. Me equivoqué.
El grupo se deshizo tan fácilmente como se formó, la gente se diseminó y quedamos sólo él y yo, ambos sin darnos cuenta nos quedamos (¿quisimos quedarnos?) juntos y allí estábamos dos completos extraños en el medio de la gente, sin mayores cálculos.
El estaba detrás mío, por instinto, por deseo, impulsivamente su cuerpo se colocó detrás del mío y en todo ese tumulto de gente, él y yo nos sentíamos, él tocaba mis piernas, pasaba sus manos por mis glúteos, pegaba su cuerpo al mío y yo lo disfrutaba, nos movíamos al ritmo de nuestro deseo, yo volteaba y lo miraba, mientras él seguía tocándome sin haberme pedido permiso, casi sin saber nuestros nombres, lo miraba y sonreía complacida, él me penetraba con sus ojos, no decíamos ni una sola palabra, sólo nos dejábamos llevar por el juego que nuestros cuerpos habían decidido jugar sin consultarnos.
Su boca en mi cuello me erizó la piel, alcancé a oirme exclamar un leve gemido de placer, su cuerpo se pegó más al mío, cogió mi boca con sus manos y me empezó a besar, en un beso irreal cargado de placer frenético, ternura, emoción, confusión, en medio de toda esa gente saltando y gritando, él y yo nos devorábamos, nos tocábamos, nos lamíamos, nos olíamos, sin pensar que había un mundo alrededor.
No pensé en más, qué íbamos a hacer después, no pensé si luego haríamos el amor en mi casa o en la suya, no pensé si nos íbamos a volver a ver, ese momento sublime hecho de música, gente, luces, besos, su cuerpo y el mío, sólo existía por una conjunción de factores y probablemente su existencia se desvanecería cuando estos se desagruparan, cuando todo esta psicodelia se desvaneciera.
Pero no fue así, no podía ser así, en esos dos cuerpos había demasiada pulsión y era absurdo, insano, obceno, desperdiciarla.
Esa noche vinimos a mi casa, nos desaparramamos completamente en la alfombra, en la sala, como si fuéramos dos amantes y amigos de toda la vida, todo era fácil, todo era simple, la música, la conversación infinita desnudando sin filtro alguno todo lo que se nos venía a la mente, todo lo que el alma nos pedía expulsar y depositar en alguien más. Confesiones de cosas que con otras personas preferíamos callar, y allí estábamos entregando más que piel y placer, estábamos entregándonos verdades. Me confesó lo que probablemente haya sido su secreto más jodido en el último año, "no tengo una erección hace meses", lo escuché echada en la alfombra mirándonos cara a cara, sentí ternura, tal vez él sintió alivio, cobijo, soporte. Acaricié su rostro, su pelo, lo besé con ternura y luego con deseo, entonces nos hicimos el amor, nos lo hicimos toda la noche incansablemente y todo el día siguiente, lo disfruté plenamente, pero esta vez con un sabor de victoria, yo había logrado que él se conectara con su sexualidad y su capacidad de sentir placer, asumo que él disfrutó nuevamente sentir que podía penetrar y darle placer a una mujer. Tal vez había más en esa historia, no lo sabía, pero en ese momento, en ese espacio sublime y especial él y yo éramos lo que cada uno necesitaba del otro.
Allí estábamos haciendo la cola para comprar cerveza en el concierto que reunió a las almas libres y bohemias de Lima, allí estábamos en un grupo conversando todos contra todos sin saber bien de dónde venía cada uno. Allí estaba él brincando de un lado a otro, y yo tratando de no mirarlo, de no reparar en él, de no prestarle atención por más de un minuto para que su maravillosa sonrisa no terminara de convertirme en piedra.
Esa forma inquieta de ser me hacía pensar que yo ni siquiera pasaba por su mente, en realidad, parecía que nada permanecía en su mente porque lo único que hacía era moverse incesantemente. Me equivoqué.
El grupo se deshizo tan fácilmente como se formó, la gente se diseminó y quedamos sólo él y yo, ambos sin darnos cuenta nos quedamos (¿quisimos quedarnos?) juntos y allí estábamos dos completos extraños en el medio de la gente, sin mayores cálculos.
El estaba detrás mío, por instinto, por deseo, impulsivamente su cuerpo se colocó detrás del mío y en todo ese tumulto de gente, él y yo nos sentíamos, él tocaba mis piernas, pasaba sus manos por mis glúteos, pegaba su cuerpo al mío y yo lo disfrutaba, nos movíamos al ritmo de nuestro deseo, yo volteaba y lo miraba, mientras él seguía tocándome sin haberme pedido permiso, casi sin saber nuestros nombres, lo miraba y sonreía complacida, él me penetraba con sus ojos, no decíamos ni una sola palabra, sólo nos dejábamos llevar por el juego que nuestros cuerpos habían decidido jugar sin consultarnos.
Su boca en mi cuello me erizó la piel, alcancé a oirme exclamar un leve gemido de placer, su cuerpo se pegó más al mío, cogió mi boca con sus manos y me empezó a besar, en un beso irreal cargado de placer frenético, ternura, emoción, confusión, en medio de toda esa gente saltando y gritando, él y yo nos devorábamos, nos tocábamos, nos lamíamos, nos olíamos, sin pensar que había un mundo alrededor.
No pensé en más, qué íbamos a hacer después, no pensé si luego haríamos el amor en mi casa o en la suya, no pensé si nos íbamos a volver a ver, ese momento sublime hecho de música, gente, luces, besos, su cuerpo y el mío, sólo existía por una conjunción de factores y probablemente su existencia se desvanecería cuando estos se desagruparan, cuando todo esta psicodelia se desvaneciera.
Pero no fue así, no podía ser así, en esos dos cuerpos había demasiada pulsión y era absurdo, insano, obceno, desperdiciarla.
Esa noche vinimos a mi casa, nos desaparramamos completamente en la alfombra, en la sala, como si fuéramos dos amantes y amigos de toda la vida, todo era fácil, todo era simple, la música, la conversación infinita desnudando sin filtro alguno todo lo que se nos venía a la mente, todo lo que el alma nos pedía expulsar y depositar en alguien más. Confesiones de cosas que con otras personas preferíamos callar, y allí estábamos entregando más que piel y placer, estábamos entregándonos verdades. Me confesó lo que probablemente haya sido su secreto más jodido en el último año, "no tengo una erección hace meses", lo escuché echada en la alfombra mirándonos cara a cara, sentí ternura, tal vez él sintió alivio, cobijo, soporte. Acaricié su rostro, su pelo, lo besé con ternura y luego con deseo, entonces nos hicimos el amor, nos lo hicimos toda la noche incansablemente y todo el día siguiente, lo disfruté plenamente, pero esta vez con un sabor de victoria, yo había logrado que él se conectara con su sexualidad y su capacidad de sentir placer, asumo que él disfrutó nuevamente sentir que podía penetrar y darle placer a una mujer. Tal vez había más en esa historia, no lo sabía, pero en ese momento, en ese espacio sublime y especial él y yo éramos lo que cada uno necesitaba del otro.
lunes, 2 de enero de 2012
Estoy fumando un cigarro Phillip Morris rojo, es el souvenir que me dejó un amante esporádico argentino. No fumo muy seguido, los cigarros que están en mi casa, suelen ser de alguien que pasó por aquí y dejó algo más que una conversa y fluidos.
Encontré estos ahora y me acordé de la historia con este buen hombre con quien me topé la noche antes del último año nuevo.
Mi fin de año fue particularmente complejo, convulso, lleno de angustias por la presencia de un par de personas en mi vida y por la necesidad de tener que tomar alguna decisión con respecto a ellas. Aunque la vida se encargaría de tomar esas decisiones por mí más adelante.
Esa noche estaba en Cusco, para variar, porque decidí recibir el año allá, esta vez no quería ni playa ni sol, y no quería un destino desconocido, quería un lugar en el que me sintiera canchera, segura con respecto a mis movimientos, ninguna sorpresa, de repente sólo bailar y perderme en una espiral de alcohol, música electrónica y mucha gente sin rostro, sin nombre, sin voz.
La noche previa me encontré con Santi, un amigo gay limeño que había conocido en el último viaje por trabajo, nada mejor que un amigo gay para divertirse sin límites y sin riesgos.
La noche empezó con unas cervezas, algún update de los últimos polvos de Santi, luego algunos amigos más se nos unieron, y fluyeron los mojitos, las margaritas, pero como nada era suficiente al parecer para acallar mis voces internas, fue necesario inocularme redbull y vodka.
En cierto momento de la noche, la mezcla empezó a hacer efecto, yo andaba un poco en silencio, embriagándome en silencio sólo escuchando el barullo de la gente. De repente lo vi, entre el humo, la música, el laberinto, no era muy guapo pero había algo en él que llamaba mucho mi atención.
Tal vez el pelo alborotado, que le daba un look medio salvaje y desordenado lo que me encanta, tal vez la mirada de buena onda. Lo miré, en mi embriaguez lo señalé y le dije "tú, ven, vamos a conversar", aceptó inmediatamente, emocionado y nos sentamos en la barra. Muchas veces le pregunté su nombre, el lugar de Argentina de donde venía, el alcohol había afectado mi memoria a corto plazo.
No recuerdo mucho contenido para variar, pero recuerdo buenas sensaciones, muchas risas, mucha complicidad.
En un momento de estar hablando amenamente mi paupérrima capacidad para articular palabras se extinguió, de repente todo se fue al cuerno, la discoteca empezó a girar en frente mío con este hombre incluido, sólo alcancé a balbucear "sácame de aquí". Bajamos inmediatamente y caminando casi recostada en su brazo izquierdo logramos llegar a mi hotel.
Yo no tenía planeado tirarme a nadie, de hecho ya tenía suficiente con dos asuntos por resolver en mi vida, dos asuntos, dos hombres, pero allí estábamos frente a mi cama de hotel.
La borrachera cedió un poco con el aire helado y seco de Cusco, así que le dije para fumarnos un cigarro, en el baño -no está permitido fumar en las habitaciones y el baño tenía un extractor de aire-, allí estábamos sentados con el inodoro de cenicero entre los dos, y todo el alcohol que sacamos del frio bar, unas botellitas de vino, unas chelas, algo de música de mi mp3, y muy buena conversa. Era un tipo encantador y muy simple, sin poses, sin banalidades, con una maravillosa capacidad para dejarse llevar por el momento, disfrutándolo sin apurarlo, transitando la experiencia sin prisa por coger, sin ese hambre desesperado de algunos que llega a ser tan poco seductor y hasta cierto punto ofensivo.
Ya cerca de las 4 am, le dije para irnos a mi cama y allí empezamos a besarnos desesperadamente, mirando nuestros cuerpos en el espejo de la habitación, lo hicimos salvajemente, no me equivoqué con la primera impresión que tuve de él, últimamente, luego de tantas experiencias, voy notando que he desarrollado una invaluable capacidad para intuir quién es un buen amante.
Olvidé por varias horas mi angustia, me refugié en ese intercambio con un tipo más que genial, valió la pena ese momento.
Terminamos agotadísimos, y me quedé dormida inmediatamente. Al despertarme unas horas después allí estaba él, a mi lado viendo tele.
Todavía me gustaba verlo, me acarició, me dio besos muy suaves, muy tiernos, pasaba su mano por mi cabeza mientras me miraba con dulzura, entre agradecido y hasta cierto punto conmovido. "Hace mucho tiempo que no lo hacía así, nunca me pasó algo como esto, gracias por señalarme".
Yo disfrutaba sus caricias en mi espalda, sus palabras las tragaba como píldoras que me devolvían un poco el alma al cuerpo, mis ojos estaban entreabiertos, no podía hacer más, no alcancé a decir nada.
Se levantó, se cambió, y me volvió a besar, se despidió, cruzó la puerta y no lo volví a ver más. Cuando desperté más tarde tenía sus cigarros en la mesa de noche, mucha sed, y nuevamente la angustia de mis dos historias pendientes sin resolver.
Encontré estos ahora y me acordé de la historia con este buen hombre con quien me topé la noche antes del último año nuevo.
Mi fin de año fue particularmente complejo, convulso, lleno de angustias por la presencia de un par de personas en mi vida y por la necesidad de tener que tomar alguna decisión con respecto a ellas. Aunque la vida se encargaría de tomar esas decisiones por mí más adelante.
Esa noche estaba en Cusco, para variar, porque decidí recibir el año allá, esta vez no quería ni playa ni sol, y no quería un destino desconocido, quería un lugar en el que me sintiera canchera, segura con respecto a mis movimientos, ninguna sorpresa, de repente sólo bailar y perderme en una espiral de alcohol, música electrónica y mucha gente sin rostro, sin nombre, sin voz.
La noche previa me encontré con Santi, un amigo gay limeño que había conocido en el último viaje por trabajo, nada mejor que un amigo gay para divertirse sin límites y sin riesgos.
La noche empezó con unas cervezas, algún update de los últimos polvos de Santi, luego algunos amigos más se nos unieron, y fluyeron los mojitos, las margaritas, pero como nada era suficiente al parecer para acallar mis voces internas, fue necesario inocularme redbull y vodka.
En cierto momento de la noche, la mezcla empezó a hacer efecto, yo andaba un poco en silencio, embriagándome en silencio sólo escuchando el barullo de la gente. De repente lo vi, entre el humo, la música, el laberinto, no era muy guapo pero había algo en él que llamaba mucho mi atención.
Tal vez el pelo alborotado, que le daba un look medio salvaje y desordenado lo que me encanta, tal vez la mirada de buena onda. Lo miré, en mi embriaguez lo señalé y le dije "tú, ven, vamos a conversar", aceptó inmediatamente, emocionado y nos sentamos en la barra. Muchas veces le pregunté su nombre, el lugar de Argentina de donde venía, el alcohol había afectado mi memoria a corto plazo.
No recuerdo mucho contenido para variar, pero recuerdo buenas sensaciones, muchas risas, mucha complicidad.
En un momento de estar hablando amenamente mi paupérrima capacidad para articular palabras se extinguió, de repente todo se fue al cuerno, la discoteca empezó a girar en frente mío con este hombre incluido, sólo alcancé a balbucear "sácame de aquí". Bajamos inmediatamente y caminando casi recostada en su brazo izquierdo logramos llegar a mi hotel.
Yo no tenía planeado tirarme a nadie, de hecho ya tenía suficiente con dos asuntos por resolver en mi vida, dos asuntos, dos hombres, pero allí estábamos frente a mi cama de hotel.
La borrachera cedió un poco con el aire helado y seco de Cusco, así que le dije para fumarnos un cigarro, en el baño -no está permitido fumar en las habitaciones y el baño tenía un extractor de aire-, allí estábamos sentados con el inodoro de cenicero entre los dos, y todo el alcohol que sacamos del frio bar, unas botellitas de vino, unas chelas, algo de música de mi mp3, y muy buena conversa. Era un tipo encantador y muy simple, sin poses, sin banalidades, con una maravillosa capacidad para dejarse llevar por el momento, disfrutándolo sin apurarlo, transitando la experiencia sin prisa por coger, sin ese hambre desesperado de algunos que llega a ser tan poco seductor y hasta cierto punto ofensivo.
Ya cerca de las 4 am, le dije para irnos a mi cama y allí empezamos a besarnos desesperadamente, mirando nuestros cuerpos en el espejo de la habitación, lo hicimos salvajemente, no me equivoqué con la primera impresión que tuve de él, últimamente, luego de tantas experiencias, voy notando que he desarrollado una invaluable capacidad para intuir quién es un buen amante.
Olvidé por varias horas mi angustia, me refugié en ese intercambio con un tipo más que genial, valió la pena ese momento.
Terminamos agotadísimos, y me quedé dormida inmediatamente. Al despertarme unas horas después allí estaba él, a mi lado viendo tele.
Todavía me gustaba verlo, me acarició, me dio besos muy suaves, muy tiernos, pasaba su mano por mi cabeza mientras me miraba con dulzura, entre agradecido y hasta cierto punto conmovido. "Hace mucho tiempo que no lo hacía así, nunca me pasó algo como esto, gracias por señalarme".
Yo disfrutaba sus caricias en mi espalda, sus palabras las tragaba como píldoras que me devolvían un poco el alma al cuerpo, mis ojos estaban entreabiertos, no podía hacer más, no alcancé a decir nada.
Se levantó, se cambió, y me volvió a besar, se despidió, cruzó la puerta y no lo volví a ver más. Cuando desperté más tarde tenía sus cigarros en la mesa de noche, mucha sed, y nuevamente la angustia de mis dos historias pendientes sin resolver.
domingo, 3 de abril de 2011
Y qué hacemos con el amor?
Me jugué el pellejo mal, no medí las consecuencias y me costó levantarme, pero no me arrepiento de nada, de un solo momento vivido con él.
Después de estar conmigo en Lima, irse a Colombia y luego a Miami, decidió regresar, decidió regresar a verme, porque al final de todo, la vida está hecha de estas experiencias que te atreves a vivir sin cuestionarte, sin darle muchas vueltas, sólo te mandas.
Hablamos por skype durante unos dos o tres meses y el cariño crecía a borbotones, o lo hacíamos crecer, y luego de algunos arreglos y coordinaciones finalmente aterrizó en Lima, mi novio judío venía a quedarse conmigo, en mi casa, por un mes.
Mucha gente me preguntaba si estaba segura de lo que estaba haciendo, si era correcto meter a mi casa a un pata que conocía tan poco durante un mes? qué pasa si no funciona? si te aburres, o si se aburre él? y si te tiemplas y luego te duele que se vaya? y qué va a hacer todos los días cuando tú estés trabajando? no respondí ninguna pregunta, sólo quise que venga, sin pensarlo, sin calcular daños, quería verlo, tenerlo, disfrutarlo, vivirlo y punto.
El día que aterrizó lo fui a recoger al aeropuerto, fue demasiado lindo verlo, nos abrazamos tanto, nos besamos como si quisiéramos devorarnos en ese momento, porque desde que decidimos vernos de nuevo ninguno había querido estar con nadie más, cursi y todo queríamos guardarnos el uno para el otro.
Yo nunca había convivido con nadie un mes seguido, y hacía más de un año que no tenía nada parecido a una relación. En realidad sentía que habíamos decidido jugar a la casita, al papá y a la mamá.
Le hice un espacio en mi closet, en mi baño, escogió un lugar de la cama para dormir y se adueñó de la cocina y de la compu.
La primera noche tiramos como náufragos, deprivados de sexo completamente, seguía tirando fatal, pero yo tenía tantas ganas que lo disfruté igual.
La primer semana fue agotadora, porque tenía mucho trabajo, las clases en el master y él esperándome en la casa todas las noches con el jack daniels y el deseo a flor de piel en la mañana, en la noche, a la hora del almuerzo.
Luego compramos los pasajes a Máncora y nos fuimos. Fue el viaje más lindo de mi vida, nuestra luna de miel tal cual. Hicimos todo lo que quisimos, nos enamoramos el uno del otro, nos enamoramos de la playa, del sol, de la arena, hicimos planes de volver algún día y poner un hotel y vivir frente al mar. Hicimos tantos planes embriagados por el paisaje, por la fantasía, por lo fácil que era todo.
Y luego volvimos a Lima, a caminar por la calles como dos turistas en mi ciudad. Compartimos demasiadas cosas, los amigos, la familia, mis espacios, su familia, hablamos sobre la vida de cada uno, sobre los planes que cada uno tenía y cómo cada vez quedaba más claro que uno no estaba en los planes del otro.
Nos embriagamos muchas noches, la pasábamos juntos en todos lados, tan bien, cada día era algo distinto, y era todo placentero, maravilloso, pero había que luchar con la rutina, con mi cansancio, con su aburrimiento durante las horas del día en que yo no estaba.
Aunque la experiencia completa era linda, hicimos una rutina que poco a poco fue matando la pasión, de repente ya andaba agotada de tanto sexo, de tanta demanda sexual de él, de repente me pasó que ya no quería que me despierte a las tres de la mañana para hacerlo estando yo casi dormida.
Y vinieron los reclamos, los temores, las angustias, "no quiero pensar en el último día, no quiero pensar en el momento en que te tengas que ir, en el momento en que me tenga que ir, a continuar mi vida y a verte partir con otro, con otra".
Hasta que llegó la última semana, la recta final, en que yo deseaba que ya se fuera para poder volver a mi vida porque ese ritmo me estaba matando, pero al mismo tiempo tenía terror del momento final, de la despedida, de decirle adiós para siempre, porque la fantasía de que el próximo año yo vaya a su país, era sólo eso, una fantasía.
Toda esa semana final lloramos, unos días yo, otros días él, en la cama, en la mesa almorzando o en el desayuno, cuando pensábamos que ese lunes era nuestro último lunes, igual que el martes, el miércoles y así cada día de ese tramo final en nuestro camino.
La última noche en Lima no habíamos planeado nada especial pero de repente se me ocurrió que fuéramos a un bar lindo, nos reímos mucho como si al día siguiente él fuera seguir acá, nos embriagamos, luego fuimos a bailar, regresamos tardísimo a mi casa en la noche. Hicimos el amor por última vez, lloramos en ese último aliento, y nos quedamos dormidos para no pensar más.
A la mañana siguiente, yo lloraba mientras lo ayudaba a alistarse, él me abrazaba y respiraba fuerte para no soltar el llanto, de repente me dijo que tenía una sorpresa para mí.
Me había comprado un regalo, un cuadro con varias fotos nuestras de todo el tiempo que él había estado en Lima, una tarjeta linda y una carta de despedida, agradeciéndome por todo lo vivido conmigo, por todo lo que había aprendido de la vida y de sí mismo, diciéndome que nunca me olvidaría, que siempre, siempre yo estaría en un lugar de su corazón.
Me partió el corazón en pedacitos, y lo abracé queriéndome fundir con él para que no tuviera que irse o para que me lleve con él en su piel. Nunca me había pasado tener que acabar con alguien sintiendo tanto amor, no tenía idea cómo se superaba una cosa así.
Finalmente llegó la hora de irnos, tomamos el taxi al aeropuerto, y pasamos por varios lugares donde estuvimos juntos, íbamos en el carro en silencio, nos cogió un tráfico horrible y dormimos en el taxi abrazados, agotados de tantas emociones.
Llegamos al aeropuerto y a correr para que pueda llegar a registrarse, lo esperé como una hora hasta que terminó, finalmente me alcanzó unos minutos más antes de entrar a la sala de embarque.
Ese era el final, no sabía como afrontar ese momento final, nos abrazamos, se caían nuestras lágrimas, nos miramos tratando de decir con la mirada, todo lo que no salía de nuestras bocas, porque ya no había aliento, yo no quería que la gente nos viera llorar, siempre me he burlado de las despedidas cursis, así que lo abracé una vez más me sequé las lágrimas y le dije "ya vete", entró a la sala de embarque, lo miré a lo lejos, él a mi y desapareció, aún recuerdo su mirada triste.
Entonces estaba sola, caminé lentamente, sentía que me caía, que quería correr a mi casa a llorar sola donde nadie me viera. Aún hoy pensamos cómo no pudimos abrazarnos más? Ese era el último abrazo. Debió durar más.
Llegué a mi casa, y providencialmente llegó mi mamá a verme como si presintiera mi dolor, me abracé a ella en la puerta y lloré como hacía tiempo no lloraba por nada ni por nadie. Me acompañó a mi casa, le enseñé el regalo que él me dio, nuestras fotos, y todas las otras cosas que me dejó para recordarlo, y sólo lloraba como una niña, porque él, mi novio de un mes, con quien viví en un mes todo lo que una pareja vive en años, mi novio lindo, bueno, que dormía conmigo todas las noches, que me preparaba el desayuno, y me esperaba para almorzar, que me recogía del trabajo, que se reía conmigo, que disfrutaba plenamente todo lo que hacíamos, que me contemplaba en las noches mientras yo dormía, que disfrutaba con mis bromas, mi cuerpo, mi risa, mi silencio, el que secaba mi llanto y me abrazaba, mi novio bueno, se había ido y no iba a volver jamás.
Han pasado ya ocho meses desde que se fue, mantuvimos el contacto un tiempo, luego lo rompimos porque nos hacíamos mucho daño, ahora nos escribimos de vez en cuando como amigos, pero con todo el amor que aún nos guardamos el uno por el otro.
Yo no sé si esta historia ya llegó a su fin.... aún no sé si hay algo más, pero tenemos este amor en el alma y la verdad, no sabemos bien qué hacer con él.
Después de estar conmigo en Lima, irse a Colombia y luego a Miami, decidió regresar, decidió regresar a verme, porque al final de todo, la vida está hecha de estas experiencias que te atreves a vivir sin cuestionarte, sin darle muchas vueltas, sólo te mandas.
Hablamos por skype durante unos dos o tres meses y el cariño crecía a borbotones, o lo hacíamos crecer, y luego de algunos arreglos y coordinaciones finalmente aterrizó en Lima, mi novio judío venía a quedarse conmigo, en mi casa, por un mes.
Mucha gente me preguntaba si estaba segura de lo que estaba haciendo, si era correcto meter a mi casa a un pata que conocía tan poco durante un mes? qué pasa si no funciona? si te aburres, o si se aburre él? y si te tiemplas y luego te duele que se vaya? y qué va a hacer todos los días cuando tú estés trabajando? no respondí ninguna pregunta, sólo quise que venga, sin pensarlo, sin calcular daños, quería verlo, tenerlo, disfrutarlo, vivirlo y punto.
El día que aterrizó lo fui a recoger al aeropuerto, fue demasiado lindo verlo, nos abrazamos tanto, nos besamos como si quisiéramos devorarnos en ese momento, porque desde que decidimos vernos de nuevo ninguno había querido estar con nadie más, cursi y todo queríamos guardarnos el uno para el otro.
Yo nunca había convivido con nadie un mes seguido, y hacía más de un año que no tenía nada parecido a una relación. En realidad sentía que habíamos decidido jugar a la casita, al papá y a la mamá.
Le hice un espacio en mi closet, en mi baño, escogió un lugar de la cama para dormir y se adueñó de la cocina y de la compu.
La primera noche tiramos como náufragos, deprivados de sexo completamente, seguía tirando fatal, pero yo tenía tantas ganas que lo disfruté igual.
La primer semana fue agotadora, porque tenía mucho trabajo, las clases en el master y él esperándome en la casa todas las noches con el jack daniels y el deseo a flor de piel en la mañana, en la noche, a la hora del almuerzo.
Luego compramos los pasajes a Máncora y nos fuimos. Fue el viaje más lindo de mi vida, nuestra luna de miel tal cual. Hicimos todo lo que quisimos, nos enamoramos el uno del otro, nos enamoramos de la playa, del sol, de la arena, hicimos planes de volver algún día y poner un hotel y vivir frente al mar. Hicimos tantos planes embriagados por el paisaje, por la fantasía, por lo fácil que era todo.
Y luego volvimos a Lima, a caminar por la calles como dos turistas en mi ciudad. Compartimos demasiadas cosas, los amigos, la familia, mis espacios, su familia, hablamos sobre la vida de cada uno, sobre los planes que cada uno tenía y cómo cada vez quedaba más claro que uno no estaba en los planes del otro.
Nos embriagamos muchas noches, la pasábamos juntos en todos lados, tan bien, cada día era algo distinto, y era todo placentero, maravilloso, pero había que luchar con la rutina, con mi cansancio, con su aburrimiento durante las horas del día en que yo no estaba.
Aunque la experiencia completa era linda, hicimos una rutina que poco a poco fue matando la pasión, de repente ya andaba agotada de tanto sexo, de tanta demanda sexual de él, de repente me pasó que ya no quería que me despierte a las tres de la mañana para hacerlo estando yo casi dormida.
Y vinieron los reclamos, los temores, las angustias, "no quiero pensar en el último día, no quiero pensar en el momento en que te tengas que ir, en el momento en que me tenga que ir, a continuar mi vida y a verte partir con otro, con otra".
Hasta que llegó la última semana, la recta final, en que yo deseaba que ya se fuera para poder volver a mi vida porque ese ritmo me estaba matando, pero al mismo tiempo tenía terror del momento final, de la despedida, de decirle adiós para siempre, porque la fantasía de que el próximo año yo vaya a su país, era sólo eso, una fantasía.
Toda esa semana final lloramos, unos días yo, otros días él, en la cama, en la mesa almorzando o en el desayuno, cuando pensábamos que ese lunes era nuestro último lunes, igual que el martes, el miércoles y así cada día de ese tramo final en nuestro camino.
La última noche en Lima no habíamos planeado nada especial pero de repente se me ocurrió que fuéramos a un bar lindo, nos reímos mucho como si al día siguiente él fuera seguir acá, nos embriagamos, luego fuimos a bailar, regresamos tardísimo a mi casa en la noche. Hicimos el amor por última vez, lloramos en ese último aliento, y nos quedamos dormidos para no pensar más.
A la mañana siguiente, yo lloraba mientras lo ayudaba a alistarse, él me abrazaba y respiraba fuerte para no soltar el llanto, de repente me dijo que tenía una sorpresa para mí.
Me había comprado un regalo, un cuadro con varias fotos nuestras de todo el tiempo que él había estado en Lima, una tarjeta linda y una carta de despedida, agradeciéndome por todo lo vivido conmigo, por todo lo que había aprendido de la vida y de sí mismo, diciéndome que nunca me olvidaría, que siempre, siempre yo estaría en un lugar de su corazón.
Me partió el corazón en pedacitos, y lo abracé queriéndome fundir con él para que no tuviera que irse o para que me lleve con él en su piel. Nunca me había pasado tener que acabar con alguien sintiendo tanto amor, no tenía idea cómo se superaba una cosa así.
Finalmente llegó la hora de irnos, tomamos el taxi al aeropuerto, y pasamos por varios lugares donde estuvimos juntos, íbamos en el carro en silencio, nos cogió un tráfico horrible y dormimos en el taxi abrazados, agotados de tantas emociones.
Llegamos al aeropuerto y a correr para que pueda llegar a registrarse, lo esperé como una hora hasta que terminó, finalmente me alcanzó unos minutos más antes de entrar a la sala de embarque.
Ese era el final, no sabía como afrontar ese momento final, nos abrazamos, se caían nuestras lágrimas, nos miramos tratando de decir con la mirada, todo lo que no salía de nuestras bocas, porque ya no había aliento, yo no quería que la gente nos viera llorar, siempre me he burlado de las despedidas cursis, así que lo abracé una vez más me sequé las lágrimas y le dije "ya vete", entró a la sala de embarque, lo miré a lo lejos, él a mi y desapareció, aún recuerdo su mirada triste.
Entonces estaba sola, caminé lentamente, sentía que me caía, que quería correr a mi casa a llorar sola donde nadie me viera. Aún hoy pensamos cómo no pudimos abrazarnos más? Ese era el último abrazo. Debió durar más.
Llegué a mi casa, y providencialmente llegó mi mamá a verme como si presintiera mi dolor, me abracé a ella en la puerta y lloré como hacía tiempo no lloraba por nada ni por nadie. Me acompañó a mi casa, le enseñé el regalo que él me dio, nuestras fotos, y todas las otras cosas que me dejó para recordarlo, y sólo lloraba como una niña, porque él, mi novio de un mes, con quien viví en un mes todo lo que una pareja vive en años, mi novio lindo, bueno, que dormía conmigo todas las noches, que me preparaba el desayuno, y me esperaba para almorzar, que me recogía del trabajo, que se reía conmigo, que disfrutaba plenamente todo lo que hacíamos, que me contemplaba en las noches mientras yo dormía, que disfrutaba con mis bromas, mi cuerpo, mi risa, mi silencio, el que secaba mi llanto y me abrazaba, mi novio bueno, se había ido y no iba a volver jamás.
Han pasado ya ocho meses desde que se fue, mantuvimos el contacto un tiempo, luego lo rompimos porque nos hacíamos mucho daño, ahora nos escribimos de vez en cuando como amigos, pero con todo el amor que aún nos guardamos el uno por el otro.
Yo no sé si esta historia ya llegó a su fin.... aún no sé si hay algo más, pero tenemos este amor en el alma y la verdad, no sabemos bien qué hacer con él.
viernes, 14 de mayo de 2010
Me basta con querer...
Me enamoré por unos días. Genuinamente, me enamoré desde el sábado hasta el miércoles en la madrugada. Después de todo lo que he vivido en mi vida con una cantidad respetable de hombres, aprendí que aún hay esperanza, no todos los hombres son unos imbéciles.
Lo conocí de casualidad en uno de mis viajes a Cusco y sin pensarlo, llegó hasta mi casa, a mi cama, a mi alma.
La primera noche que llegué a Cusco salí despavorida a beberme la ciudad, luego de varios bares llegué a la disco de moda, reventaba, harto chibolo israelita, y super buenos todos, así que me sumergí en la marea judía.
Bailé como una bestia toda la noche, con uno, con otro, sin hablarnos, solo dancing, me escapé de algún patán medio melosito, hasta que la marea fue bajando, de repente, bailando yo en un muro, sentí que alguien me cogía la pierna mientras bailaba en un nivel más bajo que yo. Miré sus rizos rubios saltar de un lugar a otro y solapa, bailaba sobándome la pierna, me dio mucha risa, seguí bailando.
Y como siempre ocurre con las personas que marcan algo en mi vida, empezamos a hablarnos sin darnos cuenta, solo porque si, después de varias idas y venidas de repente ya éramos amigos, bailamos y tomamos mucho, casi no hablamos, solo nos divertimos, como si estar el uno al lado del otro fuera lo mas normal del mundo.
Lo último que faltaba en mi lista: el medio oriente, recién salido del servicio militar, recorriendo todo Sudamérica con cuatro amigos más, con ganas de comerse el mundo antes de volver a su país a continuar su vida, a estudiar, trabajar, casarse y tener hijos, el plan regular.
Nunca entendí su nombre, sólo hasta que lo vi en el facebook. No tenía yo ningún interés en él, sólo me caía bien y me hacía reir.
A cierta hora, cuando el cuerpo ya no daba más nos miramos y coincidimos, nos quitamos. Mientras caminábamos y veíamos Cusco amanecer, me abrazó, me besó, cero magia, de hecho tiramos fatal (después nos entendimos mejor, aprendió ja ja).
Me daba risa su desfachatez y su frescura, lo miré y le dije "mocoso, cuántos años crees que tengo?", "35" en su español masticado, me reí aún más y lo abracé "you are really something" nadie jamás me ha dicho ni mi edad ni mucho menos más de lo que tengo, todos, con tal de ligarte te dicen menos, además, realmente parezco de menos (sí parezco de menos, no me jodan), pero él se mandó con 35 y eso cerró la noche, días después, él no podía creer que eso fue lo que me convenció de irme a dormir con él.
Nos fuimos a su hotel porque no quería llevarlo al mío, era el primer día, de hecho que él no iba a ser el último levante, así que no podía malearme tan pronto con el que en ese momento era mi centro de operaciones laborales.
Pero llegamos a su hotel y estaba lleno de chibolos israelitas jugando winning, eso me jodió un poco, pero bueno dije veamos un poco más. Me llevó a su cuarto y me di con la sorpresa que él no dormia solo, reventé y salí despavorida del hotel "puta madre, para qué te metes con chibolos?" , él vino detrás, tratando de disculparse de mil formas, en hebreo, inglés, español, todo mezclado, como yo venía con la depre de mis últimos chotes en Lima, en un momento lo vi y me puse a llorar, claro, tenía mucho alcohol encima, pero lloré porque otra vez palpé el vacío, yo no quería otra vez el tire animal sin contenido, o sea, sorry, pero, por qué tirar con alguien a la primera implica que te traten como cualquier cosa, basta de esa mierda neanderthales.
Y claro me dirán, no jodas, así somos los hombres, cuando una flaca se va a la primera no es para tratarla con respeto, insisto: neanderthales, arcaicos, vacíos, retrógradas.
En ese momento miserable, en que palpaba una vez más la naturaleza masculina y me daba de bruces contra esa cruda y tan extendida realidad, hubo algo más, hubo ternura, hubo un ligero derretimiento de la capa de mierda que los recubre a todos ustedes machos sin contenido. Este pequeño ser, porque además de chibolo es chato, me abrazó mucho, secó mis lágrimas y se puso a la altura de la situación. Casi sin palabras nos besamos, nos abrazamos, y me sostuvo.
Sin embargo parecía demasiado bueno para ser verdad, tiramos en mi hotel y se fue, el cronograma habitual. Ok, esto es una mierda, otra vez sentí mucha bronca, pero me quedé dormida y decidí olvidar el episodio, o sea, sí, no aprendo, siempre albergo alguna esperanza y siempre me terminan cagando.
La noche siguiente terminé siendo ligada por un español que había conocido la noche anterior, pero que choteé porque me pareció rependejo, pero como al final el chibolo se comportó igual, dije "a la mierda, me divertiré, no mercy".
Fuimos a la misma disco donde conocí al israelita, el chibolo no estaba, pero sí todos sus amigos y de hecho me vieron bastante entretenida con el españolito. La historia con este pata también fue frustrante, pero esa estará en otro post, junto con una sarte de imbéciles que me rodearon en los últimos fines de semana.
Al día siguiente en la tarde encontré al chibolo en el face y me dijo que seguro nos veíamos en la disco. No le di mayor importancia, ese día sábado anduve un poco triste por los dos episodios de encuentros esporádicos que terminaban con el abandono inmediato casi compulsivo luego de una buena noche, un buen feeling, una buena química.
Aquí haré un paréntesis estratégico para explicar qué cuernos me pasaba, por esos días, la verdad es que después de 8 meses sola y de haber andado de bar en bar y hombre en hombre, la piel se me desgastó, me sentía vacía y un poco harta de las despedidas sin palabras, carajo por lo menos "gracias la pasé lindo, que tengas una buena vida" pero ni eso. Cierro paréntesis.
Asi que terminé en la misma disco de siempre, bailando sola, tomando mucha agua, sin ganas de ligarme a nadie y de que nadie me ligue, yo solo quería bailar, aléjense de mí cavernícolas.
De repente, de la nada, apareció él, el chato judío, se me acercó, me saludó y a pesar de todo reevalué, "qué bueno que retomes el contacto, que no desaparezcas como todos", me quedé un rato más bailando sola y le dije que de ahí lo buscaba, yo sentía dentro de mí que la cosa finalmente no tenía por qué ser tan dramática y decidí relajarme.
Al rato nos juntamos, bailamos toda la noche, casi no hablamos, finalmente más allá del roche de la primera noche y de que seguro se acercaba a mí porque apostaba por el polvo fijo, de verdad me sentía cómoda con él, decidi volver a leer el manual del juego y pasarla bien sin tanta neurosis.
Total, nos sentiamos muy en confianza, no teniamos que hablar nada, sólo bailar, reirnos, ni siquiera nos besamos, solo hanging around.
Nos fuimos a cierta hora, y él, fresco como siempre se trepó al taxi conmigo, pero esta vez las cosas claras "sabes qué criatura, me llega altamente el pata que viene, tira y luego se larga, no lo tolero más" se deshizo en disculpas explicándome por que se había ido aquel primer dia tan rápido.
"No quiero una novela ni una declaración de amor, sólo podemos pasarla bien un rato luego de tirar sin que salgas despavorido como un gato techero?" Entendimos cada uno nuestro argumento y me dijo que sí se quedaba conmigo, de hecho así fue, estuvimos toda la mañana juntos, viendo las fotos de sus viajes, abrazados, tiernos, casi no hubo sexo, solo fue estar juntos y eso era lo que yo necesitaba en ese momento, devoré toda esa ternura sin ningún remordimiento.
Se fue finalmente porque me dijo que tenia que ver a sus amigos, porque bla bla bla y bueno sí pues, está de viaje y la cosa con nosotros había cumplido su ciclo. Quedamos de vernos en Lima, yo tenía que seguir trabajando y él se iba a Macchu Picchu al día siguiente.
Finalmente vino a Lima y estuvo acá conmigo, nos vimos el sábado, el domingo y me buscó el martes, porque se iba a Colombia en la madrugada del miércoles, o sea quiso pasar su última noche en Lima conmigo.
Los tres días tuvimos mucho tiempo para hablar, de hecho fue lo que más hicimos, pudo percibir y entender que para mí el tema no es sólo sexo barato, es compartir algo más aunque no dure mucho, y eso me pareció genial, me explicó que le dio mucha pena verme llorar, aún a pesar de haberme conocido recién, entendió en ese momento que yo tenía un corazón, igual que él, que a él también le costaba encontrar sensibilidad en el mundo y y eso me pareció espectacular.
Me escuchó atentamente todas las veces que nos vimos, y comprendió mi forma de ver el mundo, y descubrimos que compartimos los mismos anhelos, que estamos hartos de las caretas, de las agresiones, de la lucha constante por ver quién es más fuerte, quién gana, quién lastima sin ser lastimado, y nos miramos sorprendidos de habernos encontrado.
Todo ocurrió en mi casa, porque nunca quiso salir a bailar o hacer algo, su bacilón, era en mi casa conmigo y lo que menos hicimos fue tirar.
Todo fue demasiado genial, nos comprendimos a la perfección, los días que estuvimos juntos fueron simples, bailamos, cantamos, nos embriagamos, nos hicimos el amor, nos abrazamos, nos bañamos, tomamos desayuno, nos contamos nuestras historias, nos miramos a los ojos, nos despedimos, nos volvimos a encontrar, nos extrañamos, nos deseamos, nos reimos, nos lloramos, nos abrazamos y nos fuimos.
Antes de irse, la última noche que nos vimos tenia una mirada rara, triste en realidad, yo lo presentía y él confesó que le daba pena saber que no nos íbamos a ver más.
No nos dimos cuenta de eso, no lo quisimos hacer. Yo me quedé en silencio palpando también mi pena, me abrazó por detrás apoyando su cabeza en mi espalda, yo cogí sus manos y empecé a llorar, aún lloro cuando escribo este post.
Me pueden culpar por eso? No, así que no me jodan.
Esa noche hicimos el amor como no lo habíamos hecho todas las veces, tuve mi primer orgasmo con él y luego muchos más, nos quedamos echados, extasiados, respirándonos, palpándonos, mirándonos, por última vez.
El me pedía que por favor no llorara, pero a mí las lágrimas se me salían por litros cúbicos, hasta que sus lágrimas empezaron a caer, entonces me dí cuenta que no era solo yo, que a él también todo esto lo llenó más de la cuenta.
Me dijo que fuera con él a Colombia pero yo no podía, entonces me pidió que cuando vaya a Europa este año lo visite en Israel, claro todo suena muy lindo, pero eso era todo, era el final, no tenemos chance de nada más y la verdad eso está bien, qué más puede haber entre el mocoso judío de 24 y yo, con 9 años más que él al otro lado del mundo.
Lo acompañé a su hostel a recoger sus cosas e irse con sus amigos, nos tomamos muchas fotos, nos regalamos monedas ja ja , porque no teníamos nada más que darnos de recuerdo, nadie pensó en eso.
Hoy ya no está más acá, hablamos por skype, por el face, pero la verdad ya se fue. Y el amor se guardó en algún lugar de mi ser, en algún lugar infranqueable, donde dormirá tranquilo para siempre y me recordará cada cuanto que el amor existe en cualquier forma, en cualquier momento, que dura lo que tiene que durar, luego se transforma, se reserva, para hacerte sentir vivo, para mantenerte caliente, a salvo, para hacerte caminar con una sonrisa que nadie más entiende, para iluminarte la mirada, para respirar en paz.
Sí ya sé, suelo querer fácilmente a las personas, pero no siempre es fácil encontrar a la persona que se merece tanto afecto y que te lo devuelva.
Fue maravilloso tenerlo conmigo unos días pero fue aún más especial sentir que nos entendíamos, que teníamos algo, que a pesar de lo imposible que es tener alguna vez una relación, la vida nos regaló la oportunidad de querernos, de amarnos por una horas, de vivir por un momento la felicidad de un amor incondicional, el que se despide de ti queriendo con toda el alma que tu vida sea maravillosa, con quien sea donde quiera que estés, por que sé que no vamos a estar juntos nunca, pero te amo en este momento y eso es algo que te regalo, es algo con lo que me quedo y eso, al parecer, es suficiente.
Abrazarte, mirarte a los ojos y decirte te amo, con todo el corazón y recibir lo mismo de ti durante una horas fue perfectamente posible, porque no necesitas amar a alguien toda una vida para decir que el amor es real, porque no necesitas conocer a una persona toda una vida para amarla.
Ahora te fuiste a seguir viajando, y en unos meses volverás a tu país, tan extremadamente lejos del mío, con la esperanza de que tal vez algún día, nos podamos ver de nuevo y amarnos unas horas más.
Gracias por todo lo que me has dado, por hacerme saber que no soy la única ilusa, el amor existe, en cualquier momento, en cualquier lugar y yo tengo tanto amor hoy que me siento bendecida.
See you around kid, and take care.
Lo conocí de casualidad en uno de mis viajes a Cusco y sin pensarlo, llegó hasta mi casa, a mi cama, a mi alma.
La primera noche que llegué a Cusco salí despavorida a beberme la ciudad, luego de varios bares llegué a la disco de moda, reventaba, harto chibolo israelita, y super buenos todos, así que me sumergí en la marea judía.
Bailé como una bestia toda la noche, con uno, con otro, sin hablarnos, solo dancing, me escapé de algún patán medio melosito, hasta que la marea fue bajando, de repente, bailando yo en un muro, sentí que alguien me cogía la pierna mientras bailaba en un nivel más bajo que yo. Miré sus rizos rubios saltar de un lugar a otro y solapa, bailaba sobándome la pierna, me dio mucha risa, seguí bailando.
Y como siempre ocurre con las personas que marcan algo en mi vida, empezamos a hablarnos sin darnos cuenta, solo porque si, después de varias idas y venidas de repente ya éramos amigos, bailamos y tomamos mucho, casi no hablamos, solo nos divertimos, como si estar el uno al lado del otro fuera lo mas normal del mundo.
Lo último que faltaba en mi lista: el medio oriente, recién salido del servicio militar, recorriendo todo Sudamérica con cuatro amigos más, con ganas de comerse el mundo antes de volver a su país a continuar su vida, a estudiar, trabajar, casarse y tener hijos, el plan regular.
Nunca entendí su nombre, sólo hasta que lo vi en el facebook. No tenía yo ningún interés en él, sólo me caía bien y me hacía reir.
A cierta hora, cuando el cuerpo ya no daba más nos miramos y coincidimos, nos quitamos. Mientras caminábamos y veíamos Cusco amanecer, me abrazó, me besó, cero magia, de hecho tiramos fatal (después nos entendimos mejor, aprendió ja ja).
Me daba risa su desfachatez y su frescura, lo miré y le dije "mocoso, cuántos años crees que tengo?", "35" en su español masticado, me reí aún más y lo abracé "you are really something" nadie jamás me ha dicho ni mi edad ni mucho menos más de lo que tengo, todos, con tal de ligarte te dicen menos, además, realmente parezco de menos (sí parezco de menos, no me jodan), pero él se mandó con 35 y eso cerró la noche, días después, él no podía creer que eso fue lo que me convenció de irme a dormir con él.
Nos fuimos a su hotel porque no quería llevarlo al mío, era el primer día, de hecho que él no iba a ser el último levante, así que no podía malearme tan pronto con el que en ese momento era mi centro de operaciones laborales.
Pero llegamos a su hotel y estaba lleno de chibolos israelitas jugando winning, eso me jodió un poco, pero bueno dije veamos un poco más. Me llevó a su cuarto y me di con la sorpresa que él no dormia solo, reventé y salí despavorida del hotel "puta madre, para qué te metes con chibolos?" , él vino detrás, tratando de disculparse de mil formas, en hebreo, inglés, español, todo mezclado, como yo venía con la depre de mis últimos chotes en Lima, en un momento lo vi y me puse a llorar, claro, tenía mucho alcohol encima, pero lloré porque otra vez palpé el vacío, yo no quería otra vez el tire animal sin contenido, o sea, sorry, pero, por qué tirar con alguien a la primera implica que te traten como cualquier cosa, basta de esa mierda neanderthales.
Y claro me dirán, no jodas, así somos los hombres, cuando una flaca se va a la primera no es para tratarla con respeto, insisto: neanderthales, arcaicos, vacíos, retrógradas.
En ese momento miserable, en que palpaba una vez más la naturaleza masculina y me daba de bruces contra esa cruda y tan extendida realidad, hubo algo más, hubo ternura, hubo un ligero derretimiento de la capa de mierda que los recubre a todos ustedes machos sin contenido. Este pequeño ser, porque además de chibolo es chato, me abrazó mucho, secó mis lágrimas y se puso a la altura de la situación. Casi sin palabras nos besamos, nos abrazamos, y me sostuvo.
Sin embargo parecía demasiado bueno para ser verdad, tiramos en mi hotel y se fue, el cronograma habitual. Ok, esto es una mierda, otra vez sentí mucha bronca, pero me quedé dormida y decidí olvidar el episodio, o sea, sí, no aprendo, siempre albergo alguna esperanza y siempre me terminan cagando.
La noche siguiente terminé siendo ligada por un español que había conocido la noche anterior, pero que choteé porque me pareció rependejo, pero como al final el chibolo se comportó igual, dije "a la mierda, me divertiré, no mercy".
Fuimos a la misma disco donde conocí al israelita, el chibolo no estaba, pero sí todos sus amigos y de hecho me vieron bastante entretenida con el españolito. La historia con este pata también fue frustrante, pero esa estará en otro post, junto con una sarte de imbéciles que me rodearon en los últimos fines de semana.
Al día siguiente en la tarde encontré al chibolo en el face y me dijo que seguro nos veíamos en la disco. No le di mayor importancia, ese día sábado anduve un poco triste por los dos episodios de encuentros esporádicos que terminaban con el abandono inmediato casi compulsivo luego de una buena noche, un buen feeling, una buena química.
Aquí haré un paréntesis estratégico para explicar qué cuernos me pasaba, por esos días, la verdad es que después de 8 meses sola y de haber andado de bar en bar y hombre en hombre, la piel se me desgastó, me sentía vacía y un poco harta de las despedidas sin palabras, carajo por lo menos "gracias la pasé lindo, que tengas una buena vida" pero ni eso. Cierro paréntesis.
Asi que terminé en la misma disco de siempre, bailando sola, tomando mucha agua, sin ganas de ligarme a nadie y de que nadie me ligue, yo solo quería bailar, aléjense de mí cavernícolas.
De repente, de la nada, apareció él, el chato judío, se me acercó, me saludó y a pesar de todo reevalué, "qué bueno que retomes el contacto, que no desaparezcas como todos", me quedé un rato más bailando sola y le dije que de ahí lo buscaba, yo sentía dentro de mí que la cosa finalmente no tenía por qué ser tan dramática y decidí relajarme.
Al rato nos juntamos, bailamos toda la noche, casi no hablamos, finalmente más allá del roche de la primera noche y de que seguro se acercaba a mí porque apostaba por el polvo fijo, de verdad me sentía cómoda con él, decidi volver a leer el manual del juego y pasarla bien sin tanta neurosis.
Total, nos sentiamos muy en confianza, no teniamos que hablar nada, sólo bailar, reirnos, ni siquiera nos besamos, solo hanging around.
Nos fuimos a cierta hora, y él, fresco como siempre se trepó al taxi conmigo, pero esta vez las cosas claras "sabes qué criatura, me llega altamente el pata que viene, tira y luego se larga, no lo tolero más" se deshizo en disculpas explicándome por que se había ido aquel primer dia tan rápido.
"No quiero una novela ni una declaración de amor, sólo podemos pasarla bien un rato luego de tirar sin que salgas despavorido como un gato techero?" Entendimos cada uno nuestro argumento y me dijo que sí se quedaba conmigo, de hecho así fue, estuvimos toda la mañana juntos, viendo las fotos de sus viajes, abrazados, tiernos, casi no hubo sexo, solo fue estar juntos y eso era lo que yo necesitaba en ese momento, devoré toda esa ternura sin ningún remordimiento.
Se fue finalmente porque me dijo que tenia que ver a sus amigos, porque bla bla bla y bueno sí pues, está de viaje y la cosa con nosotros había cumplido su ciclo. Quedamos de vernos en Lima, yo tenía que seguir trabajando y él se iba a Macchu Picchu al día siguiente.
Finalmente vino a Lima y estuvo acá conmigo, nos vimos el sábado, el domingo y me buscó el martes, porque se iba a Colombia en la madrugada del miércoles, o sea quiso pasar su última noche en Lima conmigo.
Los tres días tuvimos mucho tiempo para hablar, de hecho fue lo que más hicimos, pudo percibir y entender que para mí el tema no es sólo sexo barato, es compartir algo más aunque no dure mucho, y eso me pareció genial, me explicó que le dio mucha pena verme llorar, aún a pesar de haberme conocido recién, entendió en ese momento que yo tenía un corazón, igual que él, que a él también le costaba encontrar sensibilidad en el mundo y y eso me pareció espectacular.
Me escuchó atentamente todas las veces que nos vimos, y comprendió mi forma de ver el mundo, y descubrimos que compartimos los mismos anhelos, que estamos hartos de las caretas, de las agresiones, de la lucha constante por ver quién es más fuerte, quién gana, quién lastima sin ser lastimado, y nos miramos sorprendidos de habernos encontrado.
Todo ocurrió en mi casa, porque nunca quiso salir a bailar o hacer algo, su bacilón, era en mi casa conmigo y lo que menos hicimos fue tirar.
Todo fue demasiado genial, nos comprendimos a la perfección, los días que estuvimos juntos fueron simples, bailamos, cantamos, nos embriagamos, nos hicimos el amor, nos abrazamos, nos bañamos, tomamos desayuno, nos contamos nuestras historias, nos miramos a los ojos, nos despedimos, nos volvimos a encontrar, nos extrañamos, nos deseamos, nos reimos, nos lloramos, nos abrazamos y nos fuimos.
Antes de irse, la última noche que nos vimos tenia una mirada rara, triste en realidad, yo lo presentía y él confesó que le daba pena saber que no nos íbamos a ver más.
No nos dimos cuenta de eso, no lo quisimos hacer. Yo me quedé en silencio palpando también mi pena, me abrazó por detrás apoyando su cabeza en mi espalda, yo cogí sus manos y empecé a llorar, aún lloro cuando escribo este post.
Me pueden culpar por eso? No, así que no me jodan.
Esa noche hicimos el amor como no lo habíamos hecho todas las veces, tuve mi primer orgasmo con él y luego muchos más, nos quedamos echados, extasiados, respirándonos, palpándonos, mirándonos, por última vez.
El me pedía que por favor no llorara, pero a mí las lágrimas se me salían por litros cúbicos, hasta que sus lágrimas empezaron a caer, entonces me dí cuenta que no era solo yo, que a él también todo esto lo llenó más de la cuenta.
Me dijo que fuera con él a Colombia pero yo no podía, entonces me pidió que cuando vaya a Europa este año lo visite en Israel, claro todo suena muy lindo, pero eso era todo, era el final, no tenemos chance de nada más y la verdad eso está bien, qué más puede haber entre el mocoso judío de 24 y yo, con 9 años más que él al otro lado del mundo.
Lo acompañé a su hostel a recoger sus cosas e irse con sus amigos, nos tomamos muchas fotos, nos regalamos monedas ja ja , porque no teníamos nada más que darnos de recuerdo, nadie pensó en eso.
Hoy ya no está más acá, hablamos por skype, por el face, pero la verdad ya se fue. Y el amor se guardó en algún lugar de mi ser, en algún lugar infranqueable, donde dormirá tranquilo para siempre y me recordará cada cuanto que el amor existe en cualquier forma, en cualquier momento, que dura lo que tiene que durar, luego se transforma, se reserva, para hacerte sentir vivo, para mantenerte caliente, a salvo, para hacerte caminar con una sonrisa que nadie más entiende, para iluminarte la mirada, para respirar en paz.
Sí ya sé, suelo querer fácilmente a las personas, pero no siempre es fácil encontrar a la persona que se merece tanto afecto y que te lo devuelva.
Fue maravilloso tenerlo conmigo unos días pero fue aún más especial sentir que nos entendíamos, que teníamos algo, que a pesar de lo imposible que es tener alguna vez una relación, la vida nos regaló la oportunidad de querernos, de amarnos por una horas, de vivir por un momento la felicidad de un amor incondicional, el que se despide de ti queriendo con toda el alma que tu vida sea maravillosa, con quien sea donde quiera que estés, por que sé que no vamos a estar juntos nunca, pero te amo en este momento y eso es algo que te regalo, es algo con lo que me quedo y eso, al parecer, es suficiente.
Abrazarte, mirarte a los ojos y decirte te amo, con todo el corazón y recibir lo mismo de ti durante una horas fue perfectamente posible, porque no necesitas amar a alguien toda una vida para decir que el amor es real, porque no necesitas conocer a una persona toda una vida para amarla.
Ahora te fuiste a seguir viajando, y en unos meses volverás a tu país, tan extremadamente lejos del mío, con la esperanza de que tal vez algún día, nos podamos ver de nuevo y amarnos unas horas más.
Gracias por todo lo que me has dado, por hacerme saber que no soy la única ilusa, el amor existe, en cualquier momento, en cualquier lugar y yo tengo tanto amor hoy que me siento bendecida.
See you around kid, and take care.
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