jueves, 15 de octubre de 2009

Good fellas

Al cabo de tanto tiempo, después de tanto camino, tengo la alforja llena de cosas maravillosas, mis amigos ocupan un espacio importante de ella.

Sin darme cuenta, aquella loca con la que alguna vez empecé a rajar de alguien en el salón de clase, o el pendejo que quería levantarse a todas, incluida yo, de repente desarrollaron conmigo una afinidad caleta, solapada, que con el tiempo fue creciendo y se convirtió en la amistad que hoy nos hace estar cerca y reunirnos casi con una especie de cronograma, porque "negra, tenemos que vernos pronto", con esta necesidad de juntarnos cada cierto tiempo, de ponernos al día de nuestras vidas, de vernos las caras, darnos un abrazo, obvio tomarnos una chelas y reirnos de nosotros mismos.

Mis amigos son diversos, diferentes, a veces diametralmente opuestos unos de otros, es más algunos de ellos no se podrían juntar jamás, porque sus personalidades son bastante disímiles, sin embargo siempre hay un punto en común, algo en lo que todos confluyen, son esencialmente libres, abiertos al mundo, a la vida, con neuras de todo tipo, una más compleja que la otra, pero llenos, plenos de vida. Eso es lo que más me acerca a ellos.

La vez pasada hablaba con mi vieja, y ella me decía que cuando yo era niña (hace muy poco por cierto), la relación con mis amigos era algo sumamente importante, algo vital para mí, un mundo que yo inventé con gente de verdad para habitar en él todas las tardes de verano, verlos era parte obligada de mi rutina, lo central de mi día.

Mucha de la gente de esa época la perdí, de hecho ninguno de los amigos que tengo ahora pertenece a ese tiempo, pero desde niña dejé claro que mis patas eran parte importante de mi mundo, mi familia putativa (muchos hacen honor a la fonología inicial de la palabra j aja a), entiendo que sin ellos mi vida estaría incompleta.

Ahora que vivo sola y que ando sola, es decir, sin pareja, camino con ellos más que nunca, su presencia me hace la vida más placentera.

De hecho cuando seamos tíos, abriré una especie de asilo disco donde recibiré a todos mis amigos solterones y juergueros como yo, para cuidar muchos perros y gatos, jugar dominó y acompañarnos el resto de nuestras vidas con harto vino, pisco, ron y algunas pepas para combatir el alzheimer y no mearnos unos a otros.

Celebro la amistad que tengo con mis patas, mis amigos del alma, que encontré en cada una de las etapas de mi vida, y sin darse cuenta emprendieron conmigo este camino raro, intrincado, sorpresivo, carpichoso que recorro con tanto placer, ustedes son mis compañeros de viaje.

Los quiero muchísimo, son una parte importante de mi alocada existencia, bendecida de tenerlos, aunque ustedes pastrulos, no entiendan, no sepan, la dimensión de mi cariño, me importa poco, con que yo lo sepa me basta.

Los siguientes post serán sobre ustedes, una especie de mini homenaje y demostración de mi cariño, para que vean que no sólo los recuerdo cuando quiero chupar, sino también cuando estoy chupando con alguien, me cuelgo un rato y brindo con ustedes a la distancia. Ya ven cómo los quiero?

P.D.: No se preocupen que cada post será sometido a su escrutinio, para ver si quieren que sea publicado así o no, miren que les conozco muchas miserias, muchas de las cuales explican por qué somos amigos, de hecho son un paso obligado en el relato, pero bueno, si se me hacen los estrechos y modositos tendré que respetarlo.

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