domingo, 7 de febrero de 2010

Relación con mi cliente

Allí estaba, al otro lado de la barra, solo, tomando un trago sin conversar con nadie. La disco reventaba de gente yo estaba en éxtasis con la música, rafaela carrá en versión electrónica, "para hacer bien el amor hay que venir al sur".

Nos miramos un segundo y yo sentí demasiadas cosas en su mirada, malinterpreté muchas. Me volteé inmediatamente casi en pánico, el tío es un gerente en una de las empresas para las cuales yo hago mis estudios de mercado, de hecho, yo hago un estudio sistemático para un área en la que él está involucrado,  nos hemos visto unas 5 ó 6 veces el año pasado, todas las veces que hice la presentación del maldito estudio.

El siempre serio, a veces medio molesto, con el gesto adusto, como inconforme con los resultados del estudio, yo toreando los comentarios de todos los jefes, gerentes y supervisores, que se niegan a aceptar los resultados negativos de algunas de sus tiendas.

Yo sabía que él era casado, no sé de dónde lo sabia o tal vez sólo lo presentía, nunca cruzamos palabra, excepto una vez en que me dijo que corrigiera unos colores en la presentación del informe que lo confundían.

A mí nunca me pareció tan atractivo como para reparar en él más de lo que lo haría en cualquier otro pata que asiste a la presentación, pero tampoco me era completamente indiferente, sólo que para mí estaba claro que ahí ni con él ni con nadie yo tendría algo jamás, y subrayo jamás porque no puedes tener una relación con tu cliente, no es profesional y es extremadamente riesgoso.

Pero allí estábamos esa noche, cada uno a un lado de la barra, mirándonos por ratos, escapando de las miradas y buscándolas al mismo tiempo.

Sentía muchos nervios, como adolescente, yo percibía que le gustaba y él, en ese espacio neutral donde nadie nos podía ver, me gustaba también. Al principio pensé que no querría que yo lo reconozca, pero luego las miradas eran tan insistentes que era obvio que allí había algo más.

Bailé mucho más y de repente decidí que si yo no hacía algo, él se iría y no lo vería más, y tal vez hubiera sido lo mejor, pero la tentación era fuerte. Tenía miedo de acercarme, bueno, si me rechazaba o me mandaba a rodar, estaba bien, tanto tiempo en este campo de juego me ha enseñado a no hacerme bolas por las de cal, o las de arena.

Fui por detrás, él miraba hacia otro lado, aún la gente estaba frenética, lo toqué muy delicadamente en el hombro y volteó, listo acá estamos "hola te acuerdas de mi?", soltó un "no" rotundo, sonreí y muy dignamente me dispuse a retirarme, "ok, no hay problema" le dije, me cogió del brazo "esperá" sí "esperá", olvidé mencionar que es argentino, cordobés para ser más precisos. "De dónde nos conocemos?", le expliqué, me miró fijamente, la cara, las tetas, el outfit en su conjunto, "Es que estás demasiado distinta, disculpáme, soy un completo animal", y bueno sí como todo argentino que se respete no?

Inmediatamente me retuvo, me invitó a tomar algo, su interés era más que evidente, parecía ansioso por no echarlo a perder y que me fuera, por meterme mano, por meterme el diente, porque su suerte esa noche no cambiara.

Bailamos un rato, conversamos un poco, le dije que tenía que buscar a mi amiga que andaba en la disco por ahí perdida, la encontramos y salimos de la disco en busca de un lugar más tranquilo para conversar. Dejamos a mi amiga en su casa, porque él muy caballero, no quiso dejar que se fuera sola en un taxi,  y luego enrumbamos a buscar un bar abierto.

A las cuatro de la mañana no hay casi nada abierto, así que terminamos en el casino de un hotel. Entramos al ascensor y mi taco se atracó en la puerta, no podía sacarlo y tuve que forcejear hasta que salió, me puse de mil colores, me apoyé en la pared del ascensor y sonreí avergonzada, sólo atiné a decir "lo siento" él me miró, se acercó lentamente y me besó. Fue un beso dulce, algo sexual, pero muy tierno, como si le causara ternura mi literal metida de pata.

La puerta se abrió y entramos al casino, pedimos algo de tomar y fuimos a la salita de fumadores, porque yo quería un cigarro. Encerrados, lejos del ruido, de la gente, conversamos un poco, soltó algunos chismes de la chamba, me contó que su esposa vive en Argentina, tiene dos hijos, se ven mucho en el año, pero a la relación le falta sexo, porque ella parece que anda medio retraida con el tema, aún la quiere, la quiere muchísimo, quiere a sus hijos, pero es práctico, a su matrimonio le falta algo y él no tiene reparos en buscarlo afuera. Las cartas sobre la mesa.

Suficiente conversa, nos besamos mucho en esa salita pequeña, nos besamos con ganas, con ternura, con pasión, nos gustamos y nos fuimos. La verdad, yo ya había cruzado la línea, esa que siempre dije no debes cruzar con tu cliente, pero la situación era sexy, la noche aún era nuestra, y nadie tenía por qué saberlo.

En su carro, estaba la duda pendiente, "¿a dónde quieres ir?" "a mi casa" dije, "yo sola por si acaso", "está bien, no te voy a violar ni obligar a nada" (yo sí quisiera que me violes), llegamos a mi casa, me dio su tarjeta, anotó el celular, me dijo que lo llame que le gustaría que nos veamos de nuevo. Nos volvimos a besar esta vez sin ternura, con furia, con un deseo animal, a mí la líbido se me había dormido en estos días, pero en ese momento despertó como una fiera salvaje, mordiéndome el cuello me dijo "te haría el amor aquí mismo en el carro" mierda, con lo que me seduce tirar en un carro, él quería hacérmelo allí ya no podía esperar, pero no teníamos condones. Así que insistió , "vámonos a otro lugar a hacerlo como se debe", ya no pude resistirme más.

Llegamos a un lugar donde seguro ha ido muchas veces, entramos a la habitación y no paramos, él tiene 39, es muy atlético, yo esperaba una mediana performance pues ya he estado con patas base 3 y no les va muy bien con el alcohol, el condón y la edad, pero él parecía de 20. Lo hicimos dos veces antes de dormir y una más al despertarnos, bueno al despertarme yo porque él no durmió más.

Fue rico, dulce, tierno también. Me llevó a mi casa a plena luz del día. Cogí la tarjeta que me dio y anoté mi número atrás, se la devolví, "pero y tú no vas a tener mis datos ahora", "no los necesito" le dije, "yo no pienso volver a llamarte", se sorprendió, pero le expliqué que yo no iba a llamarlo porque no pensaba complicarle o complicarme la existencia, pero que si él quería verme alguna vez estaba bien. Igual me dio su tarjeta, y me dijo que nos veríamos otra vez. "Gracias por haberme hablado ayer en la noche, ha sido muy bueno conocerte, disfrutarte, me gustaría verte de nuevo". Al filo de la navaja, mi lugar favorito.

No sé si me llame, pero sí quisiera verlo alguna otra vez, aunque esto sabe bien, huele muy mal, y ya sabemos cómo me gusta complicarme la existencia no? Veremos qué pasa.

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