martes, 29 de septiembre de 2009

Milagros inesperados

Sé que no debo, sé que me estoy dejando rebalsar y eso es peligroso, pero estoy embriagada, sacada otra vez de la realidad y transportada a esos momentos sublimes en que estuvimos juntos. Siempre he dicho que no repetiría ninguna etapa de mi vida, ahora sé que esa es la única a la que volvería.

Te conozco desde los 12 años, tú tenías 18, me acuerdo claramente que desde el primer momento en que te vi, con la inocencia en la piel, no pude dejar de mirarte, no pude dejar de perderme en tus ojos, en tus inmensos, tiernos y serenos ojos.

Y claro, todo el mundo decía que eras muy grande para mí, que eso era imposible, pero fue posible, tú y yo nos enamoramos, nos enamoramos profundamente, nos enamoramos con mucha inocencia, yo casi podría decir que nos enamoramos hasta el día de hoy.

Pasábamos muchas tardes conversando, sólo hacíamos eso, en el verano, sentados en el muro de tu casa, mientras todo el mundo alrededor nuestro simplemente revoloteaba, y giraba frenéticamente, caóticamente, tú y yo sólo hablábamos, nos mirábamos, en una burbuja en que la sólo se escuchaba tu voz y la mia, hoy no puedo creer que me hayas dicho que yo era tu mundo, tú eras mi universo.

Y yo inocentemente, no podía siquiera sospechar que te gustara, pensaba que hablabas conmigo porque eras buena gente, porque eras lindo con todo el mundo, cuando finalmente decidiste decirme que querías que fuera tu enamorada yo no lo podía creer.

"Quieres estar conmigo?", me acuerdo que sonaba la canción de Ricardo Montaner "Tan enamorados" y sólo por eso es la única canción de ese pelmazo que aún hoy escucho con ternura, sentados en tu sala, solos, lejos de todo el bullicio, de toda la sarta de pirañas que eran nuestros amigos, la cuadra, sentados en tu sofá, una tarde de verano, "¿quieres estar conmigo?", yo salí disparada, j aj aja, no puedo creer que saliera disparada, corriendo, asustada, porque tú, mi ídolo, mi amor platónico, te convertías en realidad, y me querías.

Luego de negociaciones con tu hermana, entendí que sí podía ser, que sí podía ser que me quisieras, que yo podía ser querida por alguien tan especial como tú, yo, la insignificante, la que no tenía nada en el mundo, podía ser querida por el ser más maravilloso que me podía cruzar en el camino.

Volví a tu casa al atardecer, con la cabeza agachada por la vergüenza, nos dejaron solos y finalmente te dije que si. Nunca me besaste, porque sabías que nadie me habia besado, creo que nunca me cogiste la mano ni me abrazaste, lo único que cambió en nuestra dinámica era que ahora al conversar sentados en tu muro, yo era tu enamorada, tú eras mi enamorado, sólo tú y yo lo sabiamos y eso era lo único que me importaba. Yo caminaba entre nubes con el secreto en la frente, en las manos, en la mirada, yo era tu novia, tu noviecita de 12 años y eso nadie me lo podía quitar.

Pero mi fragilidad, mi gran fragilidad, no podía sostener tanto tiempo semejante situación, la noticia se me salía de la boca y se lo conté a la persona menos indicada en el mundo, mi mamá se enteró y claro pues, nadie podía saber lo especial que era todo, para el resto del mundo simplemente era aberrante, así que fui obligada a devolver el regalo, el precioso regalo que tú me habías dado, te lo tuve que regresar porque no estaba bien aceptarlo.

Con el dolor de mi corazón, con mis lágrimas inocentes tuve que decirte adiós, no encontré dentro de mí las palabras correctas, yo quería decirte que te amaba, yo debí decirte que probablemente aun con mis 12 años, nunca en mi vida iba a amar de la misma manera, yo debí decirte que sabía que no podía dejarte ir, que seguro me arrepentiría toda la vida, que seguro me dolería mucho no volverte a ver, que seguro 20 años después iba a seguir arrepintiéndome de haberte dejado ir, pero no sabía cómo hacerlo, no podía saberlo.

Sólo te dije adiós y ahora sé que a ti también te dolió, que aunque parecías robusto, grande, sereno, en el fondo te dolió perder a tu compañera de muro, a aquella por la cual valía la pena salir a mirar el mundo dar vueltas, aquella a la cual esperabas todos los días en la puerta de tu casa, llegar con su bicicleta, con el short, las zapatillas y la cara lavada, con la inocencia y la emoción de que por fin son las cuatro de la tarde, otra vez te voy a ver,  y nos darán las 9 de la noche y parecerá que el tiempo no pasó, que la tarde no nos fue suficiente, que el tiempo nunca fue suficiente.

Después de eso, nunca intentaste volver, qué pasó? no lo sé, supongo que entraste en razón, supongo que entendiste que en el fondo eso no podía pasar, que iba a ser muy complicado o tal vez fue tu inmenso orgullo, más grande que tu cariño. Y luego te fuiste a vivir a otro país.

Alguna vez me llamaste por teléfono, no podía conversar bien porque no estaba sola, de nuevo me faltaron las palabras, el valor para decirte: "regresa, ven por mí, llévame contigo", aquella vez hablamos de cualquier cosa, como en tu muro, pero sabíamos que a lo mejor no ibamos a volver a hablar, esa era la diferencia, teníamos la premura de decir algo, pero como siempre tú y yo callamos.

Apareciste cinco años despúes, cuando yo había acabado el colegio, tenía 17 años, mi vida era un torbellino, lleno de dudas, de confusiones, yo andaba en una eterna búsqueda de respuestas, buscando en todos, lo que alguna vez tuve contigo, pero siempre con las manos vacías, con el hueco en el estómago, siempre con la mirada dolida, con la lágrima a punto de caer.

Te vi de nuevo, más grande, más adulto, más distante, yo no esperaba que me hablaras, imaginaba que tú no sentías nada por mí, hoy mirando atrás recién leo tus señales, recién entiendo tu timidez, recién entiendo porqué siempre estabas metido en todo el tumulto de gente con tal de estar cerca de mí, tú me mirabas en silencio a través de toda esa gente a nuestro alrededor, tú y y nos mirábamos y nos escuchábamos, a través de todo ese ruido molesto.

Finalmente me dijiste, "vámonos, vámonos solos a conversar, a comer, a estar juntos", y no nos importó nada, no miramos atrás, no miramos a nadie, sólo nos fuimos, tú manejabas y yo miraba hacia afuera, como si no creyera que eso estuviera pasando, como si esperase que al ver las calles pasar, al atravesar el espacio, entráramos en esa dimensión donde sólo tú yo habitábamos.

Fuimos a un restaurante lindo, en ese tiempo el más caro de Lima, pediste la mejor mesa, la más bonita, la más romántica y yo siempre con la cabeza abajo, como si tuviera miedo o vergüenza de estar contigo siendo tratada como una reina, cuando eso no era ni remotamente lo usual. No pude comer, casi dejé todo, no podía pasar bocado de los nervios, sólo tomaba piñas coladas, creo que fueron cinco, pero ni siquiera me embriagué, mi cuerpo estaba suspendido.

Pasamos muchas cosas, hicimos muchas cosas, paseamos, conversamos, lloré, lloré mucho contigo, vimos el mar, e hicimos el amor, hice el amor contigo como si fuera la primera vez, con temor, con verguenza, con amor. Lo nuestro no era sexual, lo nuestro era sublime, era casi espiritual.

Y luego de varios días de andar en nuestra burbuja, llegó lo que tanto temía que llegara. Recuerdo mucho la última conversación frente al mar de noche, en que lloré mucho porque al día siguiente te ibas, volvías a tu vida y yo a la mía.

Y fuiste muy duro, pero real: "No te puedo prometer que voy a volver por tí, no sé qué va a pasar", yo sabía que no podía esperar que volvieras, yo sabía que después de esa noche no iba a pasar nada más, para nosotros ese era el final.

Lloré con resignación, con impotencia, con frustración, otra vez te perdía, otra vez tenía que devolver el regalo, yo había hecho el amor contigo, pero era una niña, y no entendía por qué no me podía quedar el único regalo que la vida me había dado y que yo apreciaba tanto. Una vez más mi fragilidad era sacudida.

Al día siguiente, una de esas burlas del destino, nos hizo separarnos y despedirnos de la peor manera, no nos merecíamos ese final, tú me llamaste para vernos y yo había salido a buscar a una amiga para llorar con ella tu partida, regresé corriendo a contestar la llamada, pero ya habías colgado, luego me viste en la calle conversando con alguien y tal vez pensaste que ya estabas siendo reemplazado, era lo obvio luego de todo lo que habías escuchado de mí.

Te vi pasar, serio, molesto, ni me miraste, estaba toda tu familia en el carro y te fuiste. Ese día estuve en la playa con mi mejor amiga, tratando ella de que me caliente el sol, no me calentaba nada, sólo lloraba y me abrazaba a ella, mirando el mar, una vez más sentía el abandono. En la tarde, volví y te mandé llamar, no podía ser que te fueras así, yo con 17 intenté arreglar la situación que tú con 23 habías preferido dejar así, pero para mí ya era demasiado que te fueras como para permitir que lo hicieras molesto, no logré mucho, pero por lo menos pudiste sentir que yo te quería aunque no te lo dijera, aunque una vez más callara.

Seguí mi vida, ingresé a la universidad, recuperé el aliento. Cuando tenía 19 años salí un día a parrandear, con unas amigas, nunca iba a miraflores, prefería barranco, pero a pedido del público fuimos y me encontré con un amigo en común, lo abracé, hacía tanto tiempo que no lo veía, le pregunté por la gente, "¿cómo están todos?", "bien, todo bien", "y, qué es de Él?" pregunté tímidamente, casí presintiendo la respuesta, "Está acá, hemos salido con él " mi cuerpo entero celebró la notica, "ha venido con su esposa" y mi amigo me cogió del hombro, sabiendo lo que eso significaba para mí, otra vez sin aliento, otra vez petrificada, me despedí, y salí de miraflores, para no tener que cruzarme contigo, porque eso no lo iba a poder soportar.

No volví a saber de ti, hasta hoy, 14 años después.

No puedo creer que esta historia siguiera viva, no puedo creer que me hayas encontrado, que me hayas estado buscando tanto tiempo. Justo hacía unos días pensaba en tí, como si presintiera algo, de casualidad encontré un mail tuyo refundido en un correo que nunca reviso, y allí estaba, parecía una broma, una joda de alguno de los payasos que siempre nos rodeaban.

Te agregué al msg con temor, con la esperanza de que seas tú, pero con miedo de frustrarme una vez más y allí estabas. Ayer escuché tu voz luego de 16 años, la reconocí inmediatamente. Pero claro el teléfono es un medio muy directo como para que tú, el reservado por excelencia, me contaras todo lo que me has dicho por el chat.

Ahora me parece increible que hayas estado buscándome, que siempre tuvieras la esperanza de verme pasar por tu calle, que aquella vez que estuviste acá conmigo ya hubieras estado comprometido con quien luego fue tu esposa, que yo sea esa tentación a la que no puedes negarte, que yo sea esa persona especial en la que nunca dejaste de pensar, que tal vez ya no estás enamorado como yo, porque te partieron el corazón en mil pedazos, pero que si tal vez hubieras sido menos orgulloso, menos cerrado, menos parco, nuestra historia hubiera sido diferente, demasiados "hubiera", demasiados "tal vez".

Hoy estás casado nuevamente con una persona a la que sé por ti mismo que quieres mucho pero no amas, porque tu corazón está dañado, con una gran cicatriz.

Pero siento que así como yo, guardaste un espacio para nosotros, un espacio inmune al dolor, al olvido, siento que aún estás ahí conmigo sentado en ese muro, viendo la vida pasar, sin tocarnos, porque no lo necesitábamos, solo necesitábamos estar cerca el uno del otro.

Desde ayer sólo sonrío, desde ayer floto otra vez en el aire, y hoy escribiendo esto, he llorado, he reido, he recordado, he vuelto a amar.

No sé qué pase con nosotros, no sé a dónde va nuestra historia, lo que sé es que esta historia no ha acabado, aun faltan páginas por escribir.

Tú y yo nos debemos tanto, la vida nos debe tanto, no me importa cómo, en qué circunstancias, sólo espero el momento de estar otra vez frente a tí, de acurrucarme en ti, de echarme a tu lado, y mirarte serenamente por todos estos años que no te veo.

Tu nombre se sale de mi boca, casi como si mencionarlo fuera una celebracion.

Yo acabé hace poco una relación, ahora entiendo que no podía amar a nadie más como te he amado a ti toda mi vida, tal vez nunca estemos juntos, pero sé que tengo amor acá adentro, que tengo este amor que te pertenece y eso me hace feliz, ya sé qué es lo que quiero en la vida, ya sé cuál es mi parámetro, si no te tengo no importa, me basta con saber que no tengo que seguir buscando, que lo que buscaba ya lo encontré hace tiempo.

Con eso puedo disfrutar la vida en paz. Te debo un te amo, y lo guardo para la próxima vez que te vea.


3 comentarios:

  1. Luego de nuestra charla dominguera he quedado estupefacto con este post, todo pasa por algo, hasta las mas largas esperas y las separaciones mas crueles,ya me iras contando conforme avance esta nueva historia.
    Espero tu llamada mas tarde, un abrazo.

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  2. Marita:

    Muy lindo amiga… he estado todo este tiempo leyendo la novela que es tu vida y has logrado en estas dos horas transportarme a otros espacios.

    Podrías chuntarla como escritora….. fácil.



    Vivi

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  3. Tu narrativa es fluida

    y aunque toca temas de amor e independencia emotiva no cae ni en lo cursi ni en lo feminista

    Asi que te doy mi bendicion

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